REMEDIOS PARA EL ALMA (39)

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Recuerda:

Gabriel era un hermoso niño de gran corazón que, debido a la guerra, nació, creció y vivió sin un papá a su lado. Su mamá lo llevaba a la escuela y marchaba a trabajar de sirvienta en una casa de familia adinerada, que la querían y respetaban mucho por su valor y humildad.

Un buen día, viendo su madre, algunos comportamientos que no le agradaban de su hijo, decidió darle una lista de responsabilidades diarias para enseñarle el debido cuidado y respeto hacia las cosas y el prójimo. Antes de que fuera tarde y alguien se lo exigirá o golpeara al niño y ella no estuviera presente para defenderlo y contenerlo, ya que jamás lo había golpeado.

A los pocos minutos, Gabriel regresó de su cuarto con la lista y le había puesto un precio a cada petición de su madre: "Deshacer la cama antes de ir a la escuela para que se ventile, $1,5.
No dejar ropa tirada por el piso, acomodarla en el canasto de lavar, en el ropero o en la silla de la ropa en uso, $2.
Barrer el frente de la casa, $3.
Poner la mesa, $1.
Guardar las cosas de la cocina mientras ella las sacaba, $2."

Y así se la entregó a su madre, quien después de leerla y esbozar una tenue sonrisa, escribió del lado de atrás de la hoja: "¿Entonces, Cuánto me debes por haberme quedado sin dormir, cuando no querías soltar mi mano, por qué volabas de fiebre? ¿Cuánto, por contarte cuentos o cantarte tu canción predilecta para que tus ojos se cerraran y arroparte para que durmieras confortable? ¿Cuánto, por tenerte la ropa limpia y ordenada? ¿Cuánto por cada desayuno, almuerzo, merienda, cena y galletas o bizcochuelo que hornie para que lleves en tu lonchera a la escuela? ¿Cuánto, por bañarte de rodillas mientras tú juegas con tu lanchita y el cocodrilo desteñido? Y ¿cuánto, por ir a trabajar cada día para que nada nos falte y puedas después de tus deberes escolares, ver en la tele tus dibujos preferidos?"

"Jamás te cobré porque simplemente te amo y quiero lo mejor para ti, pero me agradaría que también le pongas precios." Gabriel lo leyó y regresó llorando se acerco a su madre a pedirle perdón. Y Por supuesto, hizo todo lo que mamá requirió en esa lista y fue un niño ejemplar.

No todos hemos tenido la misma suerte y tal vez fuimos criados con algunos sacudones, golpes y pellizcos o tirones de pelo. Una vez le pregunté a mi madre por qué de niño me había golpeado con un palo de escoba, y me dijo: "Porque me educó tu abuelita, esa que tanto los consiente. Nos perseguía y nos reboleaba la argolla de mañatar las vacas para el ordeñe con cadena y todo. Ella sí que se ponía brava cuando algo no le gustaba."

O sea, está en nosotros cómo criaremos a nuestros hijos y consentiremos a las generaciones venideras. ¡Qué hermoso sería coexistir con los Gabriel de esta vida!

Posted Using INLEO



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3 comments
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Hola, es muy cierto lo que planteas, la crianza de los niños va ligada a los valores, familiares, que después le reforzaran los personales.
Hay que dedicarles tiempo, atención, paciencia y amor, para hacer un buen trabajo con ellos y dejarles un piso firme, para cuando uno ya no esté.


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