REMEDIOS PARA EL ALMA (32)

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Recuerda:

En donde alguna vez hubo una hermosa casona antigua, ahora solo se observan ruinas, escombros esparcidos por todo el terreno arrasado por saqueadores y escondite de algunos pocos mendigos pasajeros. Solo quedaba en pie una única pared, y a pocos centímetros llegó a emerger de la oscuridad de la tierra una enredadera.

No se sabe si porque no tenía cómo prohibírselo o se sentía sola y le venía bien tener compañía, simplemente se lo permitió, y la enredadera trepó gustosa en busca de los rayos de luz solar. Ella echaba raíces en la pared para poder elevarse más y más. Aunque la pared le explicó su estructura endeble, ya que no estaba apoyada en nada y que la lastimaba y debilitaba, la enredadera pareció no escucharla y no le contesto.

Al poco tiempo había crecido exponencialmente, y la pared le suplicó que parara, que no sabía cuánto más iba a resistir semejante peso, sin embargo, la enredadera otra ves pareció no escucharla y no le contesto. Un buen día, una torrencial tormenta inundó el terreno, lo que aflojó los cimientos y la última pared que había resistido todo, se derrumbó.

Entre el barro, siendo ahora solo escombro, miró a la enredadera y le dijo: "Te avisé que esto pasaría". Y ella no le contestó, estaba ocupada en arrastrarse hasta un árbol que estaba a unos escasos metros de donde todo, había sucedido.

A diferencia de la pared, los seres humanos sí tenemos la capacidad de parar estas actitudes y cortar por lo sano con el otro, aunque nos duela, si observamos o sentimos en peligro nuestra propia integridad. Espero que no seamos tan tercos, tan cabezas duras como una pared y agamos usó de parar este tipo de cosas a su debido tiempo.

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