REMEDIOS PARA EL ALMA (29)
Recuerda:
"Hay muchos habladores, aduladores, carismáticos que buscan, como se dice, "llevar agua para su molino". Yo no busco que me creas porque sé que no soy dueño de la verdad absoluta, pero sí busco que creas en ti.
En este camino del conocimiento, donde llegamos indefensos y sin saber absolutamente nada, sin maldad, necesitados del otro, valientes, sin saber del miedo.
En algún instante, toda la información que recibimos, positiva, que somos un sol, hermosos, una bendición del cielo, los príncipes de la casa, termina y pasa a ser destructiva.
Así, bruscamente, pasamos a ser basura, estiércol animal maloliente, una porquería. Maldicen el día que nacimos, nos retan, nos imponen penitencias, nos zamarrean, nos golpean y empezamos a odiar nuestro nombre, porque cada vez que lo mencionan, algo malo viene por detrás.
Algo se rompió y no sabemos qué es. Llega la época de escuela y salimos de nuestra área de confort a enfrentarnos a un mundo que va de lo bueno a lo malo en segundos, y todo nos roza, nos toca, nos mancha.
A veces, sin saber cómo pasó, un juego termina en conflicto, en golpes de puño y patadas mal intencionadas. Tal vez sirva para descargar vaya uno a saber qué cosa.
Lo cierto es que nuestra mente graba que no somos nada o menos que eso, que no valemos nada.
Y es en este punto donde deseo iluminar este escrito tan vívido, con una fantástica historia.
Un joven de clase media, cuyos padres trabajaban para el rey, se enamora de la más chica de las princesas, pero no se anima a confesarle lo que siente.
Acude a su madre en busca de ayuda y ella le dice que, para que no sufra una decepción si lo rechaza, debería esperar un tiempo más, que ella es muy niña todavía y él no tiene un marcado futuro para darle.
El joven agradece el consejo, le da un beso a su madre y se retira, poco convencido, porque el amor que siente por la muchachita lo desborda y no puede contenerlo. Así que acude a su padre, quien le dice que por qué no va a ver y consultar al hombre más sabio de la aldea y varias comarcas alrededor, al gran mago Merlin.
Un día entero cabalgó y caminó por el frondoso bosque con su caballo siempre a su lado y terminó rendido de cansancio, más que durmiéndose, desmayándose fruto del cansancio extremo.
Los primeros murmullos de las aves sobre las copas de los árboles lo despertaron y saltó como si tuviera resortes. A poco andar con su caballo a su costado, divisó la salida del bosque y el castillo.
Increíblemente, el mago ya estaba despierto y, por lo que dejaba ver, muy atareado. Así que le dijo que se explicara, porque era tan importante que lo viera, y el joven le contó sobre su gran amor y el problema de que no se animaba a decirle nada.
Debido a que no era bueno montando, ni muy diestro con la espada y bastante lento en sus estudios, cada persona que conocía se lo había dejado saber, o sea, se burlaban de él.
Merlin le dijo: "Conozco la solución definitiva a tu problema, pero lamentablemente necesito que me hagas un favor. Si se quiere, en forma de pago, así no te sentirás en deuda luego."
"Mientras busco y consulto mis apuntes sobre tu problema, necesito que tomes tu caballo y cabalgues hasta el poblado que está amurallado y vendas este anillo." El mago se sacó el anillo de su dedo meñique con una hermosa piedra engarzada y se lo puso en la palma de la mano.
Al joven le pareció una forma muy justa poder pagar la solución a su problema ayudando al mago y dijo que sí. Antes de que cruzara la puerta de salida, Merlin le aclaró: "No aceptes menos de 3 monedas de oro por mi anillo."
A lo que el joven asintió con un rotundo sí y se marchó. Le esperaban no menos de 2 horas de cabalgata para llegar a su nuevo destino.
Cuando por fin pudo ver la enorme muralla, también divisó que en la puerta de entrada a la aldea había una gran feria de artesanos. Caminando entre la multitud, comenzó a consultar si alguien compraría su anillo.
Le ofrecieron bronce, cobre y el que más, dos monedas de plata. Con un poco de temor por desconocimiento y presentimiento de que algo no estaba del todo bien, montó su caballo y volvió al castillo.
"Ah, regresaste", dijo Merlin. "Justo estaba por ponerme con lo tuyo. Dime, ¿cómo te fue?"
"No muy bien", respondió el joven. "Me ofrecieron latones de cobre, bronce y una señora dos monedas de plata."
"Perdona", dijo Merlin. "Me olvidé de pedirte que entraras a la aldea y preguntaras por el joyero, que es un viejo amigo, y le dijeras que es mío."
"¿Podrás volver, por favor? Es importante que él lo evalúe y te diga cuánto está dispuesto a darte por él. Y, por favor, no se lo vendas. Ven y dime qué te dijo."
El joven contestó que sí y salió rápidamente a cumplir el pedido.Mientras cabalgaba, no dejaba de pensar que ni siquiera para el mago era importante, lo había puesto en segundo lugar. Pero ¿qué importaba ahora que estaba a medio camino de su sagrada respuesta, la que le sería dada a su regreso?
No tardó mucho en dar con el joyero, ya que parecía ser muy popular. Cuando estuvo frente a él, le expresó el pedido de Merlin. El joyero tomó el anillo y, después de observarlo bajo la lupa y mojarlo con un líquido especial, se lo devolvió diciendo: "Dile al señor Merlin que, aunque considero que su anillo vale 11 monedas de oro, solo tengo disponibles 9. Las otras 2 deberá darme algo de tiempo. Gustoso, si así lo desea, compraría tan valiosa joya."
El joven le agradeció y salió súper contento a darle las buenas nuevas al mago. Cuando por fin pudo estar en el castillo y Merlin lo vio llegar, lo abordó y le preguntó: "¿Y cómo te ha ido, joven amigo?"
El joven contestó: "Esta vez siento que bien. Primero, cumplo con devolverle su increíble anillo, el cual me costó horrores cuidar, sintiendo en riesgo por momentos hasta mi propia vida. Luego, comentarle que el señor joyero, después de una minuciosa evaluación, llegó a la conclusión de que pagaría 11 monedas de oro por él, pero que en este momento solo tiene disponibles 9 y el resto deberá darme algo de tiempo. Le envía sus respetuosos saludos y queda como de costumbre a su entera disposición."
Merlin se colocó el anillo en su dedo y exclamó: "Bien, joven amigo. Como cumpliste tu encargo con tanto esmero, te daré tu respuesta, que tanto anhelas. Al igual que una joya invaluable, por los ojos de aquellos que ven todo desde su propia mediocridad y miseria, ignorancia y arrogancia, es tu vida. Eres irrepetible, fuiste forjado y templado por el padre de todos los magos, y hoy pudiste comprobar cómo el mundo está dispuesto a pagar una miseria por esa joya o un gran precio. Querido y joven amigo, además eres servicial y obediente, educado con finos modales. Ve y vive la vida con la frente en alto, que solo tú y tu creador saben tu justa valía. Tú no eres menos que nadie, o mejor dicho, nadie es más que tú. Estás creciendo, formándote, eso es todo."
"Habla con esa joven con todo lo que hoy aprendiste desde un corazón sincero, honesto y humilde, y estoy casi seguro de que te irá bien. Mis puertas estarán abiertas por si alguna vez decides volver."
En resumida cuenta, somos simplemente nosotros quienes elegimos creer o no lo que los demás opinan de nuestras vidas y cómo deberíamos vivirla. Los que decidimos empezar un día a la vez con nuestra mirada en alto, positivos o dudosos, miedosos o negativos, buscando como si fuera una limosna la aprobación del otro. La vida es fe, actitud mental positiva y ganas de trabajar duro.
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