El revivificador de Puerto Blanco | Hispaliterario ha vuelto [esp. / eng.]

avatar
(Edited)

image.png

Source


El revivificador de Puerto Blanco.

***

La piedra grabada hablaba con símbolos de una lengua ajena, de la que sólo podía intuir su significado. Si llegaba a creer comprender esas marcas de la pared no era por haberlas desentrañado. Se parecían a tantas otras de esas runas, marcas a la entrada de las tumbas. Maldiciones y protecciones no del todo desconocidas para un saqueador.

Así que una vez más hizo lo propio de su oficio, en un intento por calmar a los dioses, contentando de paso a los espíritus. Recitó el salmo, que muchos utilizaban para recordar el orden correcto, unto su dedo en la negra tinta y comenzó a recorrer los surcos. Dibujando cada una de las letras de esa palabra que estaba invocando, aunque era saqueador y no mago.

Su dedo se deslizaba por los pulidos canales y fue su tacto entrenado el primero en advertir algo en el último de los símbolos. Parte de su trazo era contradictorio, hasta basto. Aunque la tinta se empeñara rápidamente por completarlo. Desvelando en un fulgor mágico un nuevo conjuro y su efecto muy distinto del esperado.

Al darse cuenta de lo que estaba a punto de ocurrir, quiso decir una oración o un grito de advertencia, pero lo único que consiguió fue un "¡oops!". Antes de ser golpeado por la magia que había desatado.


image.png

Source


Y aunque éste sólo sería el primero de sus muchos encuentros con la muerte, como el primer beso, aquella chispa arcana quedó grabada en su propio ser, anclando irrevocablemente su alma para siempre. La misma que, en aquel momento, había dejado el caparazón ligeramente chamuscado de su carne a la entrada del mausoleo.

La carroña era una oportunidad demasiado irresistible para lo que se agazapaba pacientemente en la oscuridad más allá del umbral de la catacumba. Las garras venenosas y la carne azulada de una mano hinchada se aventuraron un momento hacia la luz para alcanzar su premio en la trampa. Con un rápido movimiento, el cadáver desapareció, engullido por las sombras, como si la antigua tumba se lo hubiera simplemente tragado.

Arrastrado por un laberinto de pasillos, mecanismos ocultos, piedras falsas, pozos y puertas secretas, nubladas por la magia de los Primeros Hombres. Hasta las entrañas de la cripta. El cadáver descoyuntado terminó su viaje sobre la mesa de madera teñida de rojo, junto a todo un despliegue de hojas finamente curvadas, clavos y otros utensilios, tan afilados como extravagantes, para el ojo inexperto.

El ghoul se desprendió del cuerpo sin apego. Lo arrojó sobre la mesa del maestro como si fuera un saco. El no muerto levantó la mano hacia una hilera de huesecillos que colgaban del techo, decorándolo como despojos. Como fetiches macabros, o tal vez guardaban el recuerdo de la muerte, de la carne ya comida y desprendida de ellos.

El marfil tintineó al escapar de la caricia de sus garras. La criatura, que no tenía voz, salvo quizá un débil murmullo, dejó escapar un quejido de su garganta, provocado por la molesta luz de las velas. Así anunciaba su llegada a su creador, para poder volver pacientemente a la comodidad de sus sombras como no muerto.


image.png

Source


—¿Qué has traído, Grhull? —el nigromante había hecho una pausa para examinar el bulto de carne. El hueso de una pierna sobresalía, casi completamente expuesto en una posición tan antinatural como imposible si no hubiera sido arrancado de su lugar. En muchos lugares la piel desgarrada aún ocultaba restos de gravilla mezclada con una sustancia parduzca, y casi podía distinguir los treinta y cuatro golpes en el cráneo, uno por cada escalón. También se apreciaban los estragos de algún tipo de fuego, que había quemado las ropas e hinchado la piel en muchos lugares. Todo el cuerpo desprendía un olor parecido al del jamón cocido que se sirve en las tabernas.

—Has arrastrado hasta aquí a uno de nuestros invitados —chasqueó la lengua en señal de desaprobación. Las manos agarraron el caos de la mesa. Los huesos crujieron y la carne se desgarró bajo la presión. El mago negro no había hecho más que empezar.

Todo lo que una vez fue el saqueador había viajado lejos, no a un lugar, sino a un tiempo, casi un reflejo inundado de luz, construido con los recuerdos de toda su vida. Volvió a caminar por las calles de Puerto Blanco. Sólo el cielo sobre su cabeza estallaba de un azul eléctrico que, como un mal presagio, le hacía estremecerse al mirarlo. Las casas y las calles de su infancia parecían construidas con ladrillos de arena blanca, haciendo honor al nombre de la ciudad.

Cada persona, cada detalle parecía pulido a la perfección. Como el primer candelabro del que se apropió, o la pieza de oro que acariciaba cada noche hasta quedarse dormido. Se frotó los ojos, este lugar no era la ciudad de Puerto Blanco del invierno arcano, corrupta, llena de miedo, secretos y cultos oscuros. Sobre todo, aquí había paz, lejos del miedo que la sed de conocimiento de los Alar había engendrado.

Si alguna vez hubiera escuchado realmente a los clérigos, diría que el lugar donde se encontraba era la suma total de todas las promesas de los "Tres", repetidas en nombre de esos dioses antes de encender una pira funeraria.

Desde la guerra y la Gran Barrera, todo cadáver debía encontrar piedad y pasar el rito, o al menos separar la cabeza del resto. Pero el saqueador había muerto solo, y lo que había dejado atrás, aunque ya no le importaba, sólo tenía un destino. Pronto se levantaría con el hambre irrefrenable de un pellejo, para vagar por la nieve hasta ser cazado.


image.png

Source


Acabar despertándose entre gritos que, muy por encima del crujir de dientes, sólo encontraban eco en un coro de voces que los parodiaban como única respuesta. Convirtiendo este lamento en una siniestra melodía que resonaba atrapándole en su desesperación. Sumiéndolo por completo en la pesadilla. Hasta que finalmente se rindió, y con su resignación llegó el silencio.

Le pesaban los párpados y sus ojos se esforzaban por acomodarse a la oscuridad, aún medio cegados por la intensidad de un halo blanco que perdía fuerza poco a poco. Dejó que la borrosa habitación se desvelase, dando sentido a las formas que se hacían más claras a medida que su visión se ajustaba a la débil llama de una lámpara de aceite.

El cielo azul eléctrico había dado paso a una multitud de fetiches que colgaban del techo. Los manojos de huesecillos, atados con finas cuerdas, bailaban en sus formas místicas, girando sobre sí mismos. Una danza que, con la mirada clavada en cada espiral, parecía contener algunas de sus preocupaciones. Hasta que se relajó, con el cuerpo estirado sobre una larga tabla. Su piel pegajosa se aferraba a la madera. Era como estar clavado a esta mesa. Cuando intentó moverse, sólo confirmó que unas anchas correas lo mantenían atado e inmóvil a lo que debía de ser una mesa de curandero.

No estaba solo. Algo o alguien rondaba por la habitación, un leve crujido delataba su silenciosa presencia. Y por el rabillo del ojo podía distinguir formas, como centinelas en una larga guardia, siempre de pie junto a la pared.

—Ia ia Cthulu, nuestro invitado ha vuelto —la voz consiguió asustarle al principio, aunque había algo en su tono. Con cada palabra, le enredaba más y más, volviéndose dulce en sus oídos y acabando por hechizarle, arrastrándose sobre todo lo que tenía en la cabeza. El hombre, impaciente, comenzó a aflojar las ataduras, liberándolo mientras le ayudaba a ponerse en pie. Un esqueleto viviente le sonrió.

— Vamos, venid a saludar donde tenéis los modales— dijo el hombrecillo a las formas de la pared. Un grupo de pellejos encadenados masticaba el aire obsesivamente. Sin duda el saqueador habría gritado, pero afortunadamente acababan de coserle los labios.



English version

image.png

Source


The revivifier of Puerto Blanco.

***

The engraved stone spoke in symbols of a foreign language, whose meaning I could only guess at. If I came to believe I understood those marks on the wall, it was not because I had unraveled them. They resembled so many of those runes, marks at the entrance of the tombs. Curses and protections not entirely unknown to a looter.

So once again he did the proper thing of his trade, in an attempt to appease the gods, and to content the spirits in the process. He recited the psalm, which many used to remember the correct order, dipped his finger in the black ink and began to trace the grooves. Drawing each of the letters of the word he was invoking, though he was a plunderer and not a wizard.

His finger slid along the polished channels and it was his trained touch that first noticed something in the last of the symbols. Part of his stroke was contradictory, even coarse. Although the ink quickly strove to complete it. Unveiling in a magical glow a new spell and its effect very different from the expected one.

Realizing what was about to happen, he wanted to say a prayer or a cry of warning, but all he got was an "oops!". Before being hit by the magic he had unleashed.


image.png

Source


And although this would only be the first of his many encounters with death, like the first kiss, that arcane spark remained engraved in his very being, irrevocably anchoring his soul forever. The same one that, at that moment, had left the slightly scorched shell of his flesh at the entrance of the mausoleum.

The carrion was too irresistible an opportunity for what crouched patiently in the darkness beyond the threshold of the catacomb. The venomous claws and bluish flesh of a swollen hand ventured for a moment into the light to reach for its prize in the trap. With a swift movement, the corpse disappeared, engulfed by the shadows, as if the ancient tomb had simply swallowed it.

Dragged through a labyrinth of corridors, hidden mechanisms, false stones, wells and secret doors, clouded by the magic of the First Men. Into the bowels of the crypt. The disjointed corpse finished its journey on the red-stained wooden table, next to a whole display of finely curved blades, nails and other utensils, as sharp as they were extravagant, to the untrained eye.

The ghoul detached itself from the unattached body. He tossed it onto the master's table as if it were a sack. The undead raised his hand to a row of ossicles hanging from the ceiling, decorating it like offal. Like macabre fetishes, or perhaps they held the memory of death, of flesh already eaten and shed from them.

The ivory tinkled as it escaped the caress of his claws. The creature, which had no voice except perhaps a faint murmur, let out a whimper from its throat, provoked by the annoying candlelight. Thus it announced its arrival to its creator, so that it could patiently return to the comfort of its shadows as undead.


image.png

Source


"What have you brought, Grhull?" The necromancer had paused to examine the lump of flesh. The bone of one leg protruded, almost completely exposed in a position as unnatural as it would have been impossible had it not been torn from its place. In many places, the torn skin still concealed traces of gravel mixed with a brownish substance, and I could almost make out the thirty-four blows to the skull, one for each step. Also visible were the ravages of some kind of fire, which had burned the clothes and swollen the skin in many places. The whole body gave off a smell similar to that of cooked ham served in taverns.

"You dragged one of our guests here" he clicked his tongue in disapproval. Hands gripped the chaos on the table. Bones crunched and flesh tore under the pressure. The black magician had only just begun.

Everything that was once the looter had traveled far, not to a place, but to a time, almost a reflection flooded with light, built with memories of his entire life. He walked again through the streets of Puerto Blanco. Only the sky above his head burst from an electric blue that, like a bad omen, made him shudder to look at him. The houses and streets of his childhood seemed to be built with white sand bricks, honoring the name of the city.

Every person, every detail seemed polished to perfection. Like the first chandelier he took, or the piece of gold he stroked every night until he fell asleep. He rubbed his eyes, this place was not the city of White Port of arcane winter, corrupt, full of fear, secrets and dark cults. Above all, here was peace, far from the fear that the thirst for knowledge of the Alar had engendered.

If I had ever really listened to the clergy, I would say that the place where it was was the sum total of all the promises of the "Three", repeated in the name of those gods before lighting a funeral pyre.

Since the war and the Great Barrier, every corpse had to find mercy and pass the rite, or at least separate its head from the rest. But the looter had died alone, and what he had left behind, though he no longer cared, had only one destiny. Soon he would rise with the uncontrollable hunger of a skin, to wander through the snow until being hunted.


image.png

Source


They ended up waking up to screams that, far above the gnashing of teeth, only found echo in a chorus of voices that parodied them as the only answer. Turning this lament into a sinister melody that resounded, trapping him in despair. Plunging him completely into the nightmare. Until he finally surrendered, and with his resignation came silence.

His eyelids weighed and his eyes strove to accommodate the darkness, still half blinded by the intensity of a white halo that gradually lost strength. He let the blurry room unravel, making sense of the shapes that became clearer as his vision adjusted to the faint flame of an oil lamp.

The electric blue sky had given way to a multitude of fetishes hanging from the ceiling. The bunches of bones, bound with fine strings, danced in their mystical forms, turning on themselves. A dance that, with its gaze fixed on each spiral, seemed to contain some of its concerns. Until he relaxed, his body stretched on a long board. His sticky skin clung to the wood. It was like being nailed to this table. When he tried to move, he only confirmed that wide straps kept him tied and immobile to what must have been a healer’s table.

He was not alone. Something or someone hovered in the room, a slight rustling of his silent presence. And by the corner of his eye he could distinguish forms, like sentries on a long guard, always standing by the wall.

"Ia ia ia Cthulu, our guest has returned" the voice managed to scare him at first, although there was something in his tone. With each word, it entangled him more and more, becoming sweet in his ears and eventually bewitching him, crawling over everything in his head. The impatient man began to loosen the bonds, releasing him as he helped him to his feet. A living skeleton smiled at him.

"Come, come to greet where you have manners" said the little man to the forms of the wall. A group of chained skins chewed the air obsessively. No doubt the looter would have screamed, but fortunately they had just sewn his lips.


Translated with www.DeepL.com/Translator (free version)





0
0
0.000
3 comments
avatar

Un relato interesante: manejas bastante bien lo escabroso y oscuro de la historia (aunque a veces tiende a ser confusa). Saludos, @esbat.

Tu post ha sido votado por @celf.magazine, proyecto curatorial y revista digital sobre arte y cultura en Hive. Únete a nuestra comunidad y comparte tu talento con nosotros.
Your post has been voted by @celf.magazine, curatorial project and digital magazine about art and culture in Hive. Join our community and share your talent with us.



0
0
0.000
avatar

Reconozco que tengo trabajo por hacer, pulir diálogos y algunas acciones del monstruo. Todo lleva su tiempo, aunque ser solo un aprendiz de narrador de la cripta no es excusa. Muchas gracias por dedicarme algo del tuyo y espero que al menos disfrutaras un poco más que nuestro amigo el saqueador de tumbas con su accidentado regreso.

untitled.gif

0
0
0.000
avatar

Congratulations @esbat! You have completed the following achievement on the Hive blockchain And have been rewarded with New badge(s)

You made more than 3500 comments.
Your next target is to reach 4000 comments.

You can view your badges on your board and compare yourself to others in the Ranking
If you no longer want to receive notifications, reply to this comment with the word STOP

0
0
0.000