The values ​​that will remain in them - LOH Contest week 251 / Los valores que permanecerán en ellos - Concurso LOH semana 251 (eng-esp)

Hi, ladies!

It's always a privilege to be able to participate in the weekly prompts. This week, @trucklife-family brought us a couple of very interesting questions that made me reflect.

There's a moment in life that completely redefines the meaning of everything. For me, that moment wasn't on a stage in front of an audience, or receiving a standing ovation. It was in the bustling intimacy of a hospital room, when I first held my son in my arms.

In that instant, I knew I had achieved my masterpiece—not artistic, but human, perfect in every way. It was the moment I've felt most proud of myself.

The guitar taught me discipline, passion, and dedication, but motherhood taught me the true meaning of everything I had already learned in life. It taught me another dimension in which I had to remain true to my principles.

Fidelity. I was faithful to my essence, to my body, to my promise of life. That fidelity, which I had always professed as an abstract principle, became tangible and breathing in my chest. In her perfect face, I saw the fruit of my deepest honesty: the honesty of accepting fear and vulnerability, and transforming them into the courage to bring her into an imperfect world.

And gratitude... that word took on a new dimension. Every day I give thanks for my two children.
It wasn't just gratitude for professional opportunities or applause; it was a visceral, primal gratitude. Since becoming a mother, everything has taken on a different meaning, a different value.

Now I feel gratitude for every breath my children take. At that moment, as incredible as it may be, after reviewing it completely, I was grateful for the miracle of those ten tiny fingers. That gratitude became my new temperament, the perfect pitch from which I now choose to see the world.

Since that day, every note I play has a new intention. I no longer just play to express my soul, but to be an example for theirs. Being a mother didn't distance me from music; on the contrary, it gave it a depth I had only sensed before.
Now, when my children see me, they don't just see a guitarist; they see a woman who tries, with every fiber of her being, to live faithfully to her principles, with honesty in her actions, and with gratitude in her heart.

Pride doesn't come from success, but from consistency.
And in the act of becoming a mother, I was more faithful to my principles than in anything else. I became my children's first audience, and their first and most important example. That is the legacy I am most proud of: not the notes that fade into thin air, but the values ​​that will remain with them long after my last note has sounded.

---

Versión en español

---

Hola, chicas!

Siempre es un privilegio poder participar en los prompt semanales. Para esta semana @trucklife-family nos trajo un par de preguntas muy interesantes, que me han hecho reflexionar.

Hay un momento en la vida que redefine por completo el significado de todas las cosas. Para mí, ese momento no fue en un escenario ante la vista del público, ni recibiendo una ovación de pie. Fue en la intimidad bulliciosa de una habitación de hospital, cuando por primera vez sostuve a mi hijo en mis brazos.
En ese instante, supe que había logrado mi obra maestra, no artística, sino humana, perfecta en todo sentido. Fue el momento en que más me he sentido orgullosa de mí misma.

La guitarra me enseñó disciplina, pasión y entrega, pero la maternidad me enseñó el verdadero significado de todo lo que ya había aprendido en la vida. Me enseño otra dimensión en la que tenía que mantenerme fiel a mis principios.

La fidelidad. Fui fiel a mi esencia, a mi cuerpo, a mi promesa de vida. Esa fidelidad, que siempre había profesado como un principio abstracto, se volvió tangible y respirante en mi pecho. En su rostro perfecto vi el fruto de mi honestidad más profunda: la honestidad de aceptar el miedo y la vulnerabilidad, y transformarlos en la valentía de traerla a un mundo imperfecto.

Y la gratitud… esa palabra cobró una dimensión nueva. Cada día doy gracias por mis dos hijos.
Ya no era solo gratitud por las oportunidades profesionales o los aplausos; sino una gratitud visceral, primaria. Desde que soy madre todo adquirió otro significado, otro valor.

Ahora siento gratitud por cada respiro de mis hijos. En aquel momento, por más increíble que sea, después de revisarlo completo, agradecí por el milagro de aquellos diez dedos minúsculos. Esa gratitud se convirtió en mi nuevo temple, la afinación perfecta desde la que ahora elijo ver el mundo.

Desde aquel día, cada nota que toco tiene una intención nueva. Ya no solo toco para expresar mi alma, sino para ser el ejemplo de la de ellos. Ser madre no me alejó de la música; al contrario, le dio una profundidad que antes solo intuía.
Ahora, cuando mis hijos me ven, no ven solo a una guitarrista, ven a una mujer que intenta, con cada fibra de su ser, vivir con fidelidad a sus principios, con honestidad en sus acciones y con gratitud en su corazón.

El orgullo no viene del éxito, sino de la coherencia.
Y en el acto de convertirme en madre, fui más fiel a mis principios que en cualquier otra cosa. Me convertí en la primera audiencia de mis hijos, y en su primer y más importante ejemplo. Ese es el legado del que estoy más orgullosa: no el de las notas que se desvanecen en el aire, sino el de los valores que permanecerán en ellos mucho después de que mi última nota haya sonado.