Freedom of answer / Libertad de respuestas (eng-esp)
Hello, friends of @holos-lotus.
We've often discussed freedom here on Hive as a broad concept. But have you considered the different ways we can lose it? Freedom isn't only lost when we're enslaved, kidnapped, or held captive. That's physical freedom. There are other ways we can lose it ourselves.

We've talked many times in the community about learning to control our actions and what we say. This is quite difficult for many people, even for me, and I'm not an impulsive person. However, it happens to all of us from time to time that we lose our inhibitions and react impulsively. At that moment, we are losing control of our response to a given event.

Life will always present us with difficult situations. That's a fact. There will be losses, defeats, people who let us down, plans that fall apart. We don't control that.
But there is something that is always within our control, and that is our attitude toward it. No matter how serious the situation, no one can take away my freedom to choose how to respond. I can choose uncontrolled anger or calm to analyze. I can choose revenge or indifference. I can choose to sink or look for a solution.
That choice is the final frontier of my personal freedom. When I react without thinking, I relinquish it. I surrender my power to the circumstance or the person who provoked me.

Therefore, our true strength lies not in what happens to us, but in how we manage what happens to us. Self-control is not about repression, it's about self-governance. It's that pause between stimulus and response where all our freedom of action resides.
When we develop the ability to make that pause, even for just a second, we regain control. We cease to be an automatic reactor, programmed by life's blows, and we become the person who decides.
I think that is the deepest freedom there is: the freedom not to be a slave to your own impulses.

I think of people who have endured extreme situations, like prisoners of war or prisoners of conscience, locked up for years in inhumane conditions. Many of them recount that their captors could control their bodies, imprison them, torture them, but they couldn't control their minds.
They decided, within themselves, who to channel that suffering into. They could choose the hatred that would consume them, or they could choose to cling to a thought, a memory, a hope that would keep them whole.
These heroes are not only heroes for having survived physically, but for having defended, at all costs, their inner freedom. That is the highest level of control over one's own response.

This applies to our daily lives. When someone insults us, betrays us, or tries to harm us, their main goal is often to control our reactions. They want to see us enraged, humiliated, scared, or full of resentment. If we fall for it, if we react exactly as they expect, we become their puppets.
We give them the remote control of our emotions. They press a button, and we jump. In that state, we are their emotional prisoners.

However, when we are able to control our response, everything changes. If we choose indifference to an insult, calm to a provocation, and detachment to resentment, we instantly regain our power.
We take away the other person's tool to manipulate us. We leave them alone to face their own actions, without the reaction they expected from us to feel validated.

Choosing our response, especially amidst the chaos someone else wants to create, is the supreme act of freedom.
Even choosing not to respond is, in itself, another form of response.
Having that freedom is telling the world, and ourselves, that our inner peace and our judgment are not for sale. They are not negotiable. They are defended, precisely, with that calculated silence, with that measured response, with that conscious choice that comes from within and not from blind impulse.
PS: I included photos of the sea, since it is one of the freest and most untamed things that exist, as well as beautiful... just like freedom
Versión en español
Hola, amigos de @holos-lotus.
En muchas ocasiones se ha hablado aquí en Hive de la libertad, como concepto macro. Pero ¿han pensado los distintos modos de perderla? Es que la libertad no solo la perdemos cuando nos esclavizan, secuestran o encuestran.
Esa es la libertad física. Existen otras formas en que nosotros mismos la perdemos.

Hemos hablado muchas veces en la comunidad de aprender a controlar nuestras acciones y lo que decimos. Esto, para muchos, es bastante difícil. Incluso para mí, que no soy una persona impulsiva. Sin embargo, a todos nos pasa de vez en cuando, que perdemos los frenos y reaccionamos impulsivamente. En ese momento, estamos perdiendo el control de nuestra respuesta a un hecho determinado.

La vida siempre va a presentarnos situaciones difíciles. Es un hecho. Habrá pérdidas, derrotas, personas que nos fallen, planes que se derrumben. Eso no lo controlamos.
Pero hay algo que sí está bajo nuestro dominio, siempre, y es nuestra actitud frente a eso. Por más grave que sea lo que suceda, nadie puede quitarme la libertad de elegir cómo responder.
Puedo elegir el enojo descontrolado o la calma para analizar. Puedo elegir la venganza o la indiferencia. Puedo elegir hundirme o buscar una solución.
Esa elección es la última frontera de mi libertad personal. Cuando reacciono sin pensar, renuncio a ella. Le entrego mi poder a la circunstancia o a la persona que me provocó.

Por eso, nuestra verdadera fuerza no está en lo que nos pasa, sino en cómo gestionamos lo que nos pasa. El autocontrol no es reprimirse, es gobernarse.
Es esa pausa entre el estímulo y la respuesta donde reside toda nuestra libertad de acción. Cuando desarrollamos la capacidad de hacer esa pausa, incluso de un segundo, recuperamos el mando.
Dejamos de ser un reactor automático, programado por los golpes de la vida, y nos convertimos en la persona que decide.
Me parece que esa es la libertad más profunda que existe: la de no ser esclavo de tus propios impulsos.

Pienso en personas que han pasado por situaciones extremas, como prisioneros de guerra o de conciencia, encerrados durante años en condiciones inhumanas.
Muchos de ellos cuentan que sus captores podían controlar sus cuerpos, encerrarlos, torturarlos, pero no podían controlar sus mentes. Ellos decidían, en su interior, en quién convertir ese sufrimiento.
Podían elegir el odio que los consumiría, o podían elegir aferrarse a un pensamiento, a un recuerdo, a una esperanza que los mantuviera enteros.
Esos héroes no son solo héroes por haber sobrevivido físicamente, sino por haber defendido, a toda costa, su libertad interior. Ese es el nivel más alto de control sobre la propia respuesta.

Esto se aplica a nuestro día a día. Cuando alguien nos insulta, nos traiciona o intenta perjudicarnos, su objetivo principal a menudo es controlar nuestras respuestas.
Quieren vernos enfurecidos, humillados, asustados o llenos de rencor. Si caemos en eso, si reaccionamos exactamente como ellos esperan, nos convertimos en sus títeres.
Les damos el control remoto de nuestras emociones. Ellos pulsan un botón y nosotros saltamos. En ese estado, somos sus prisioneros emocionales.

Sin embargo, cuando somos capaces de controlar nuestra respuesta, todo cambia. Si ante un insulto elegimos la indiferencia, ante una provocación la calma, ante el rencor el desapego, recuperamos instantáneamente nuestro poder.
Le quitamos a la otra persona la herramienta para manipularnos. La dejamos sola frente a su propia acción, sin la reacción nuestra que esperaba para sentirse validada.

Elegir nuestra respuesta, especialmente en medio del caos que otro quiere crear, es el acto supremo de libertad.
Incluso, decir no responder, en sí, es otra forma de respuesta.
Tener esa libertad, es decirle al mundo, y a nosotros mismos, que nuestra paz interior y nuestro criterio no están en venta. No se negocian. Se defienden, precisamente, con ese silencio calculado, con esa respuesta medida, con esa elección consciente que nace desde dentro y no desde el impulso ciego.
PD: puse fotos del mar, ya que es de las cosas más libres e indómitas que existen, además de bello... al igual que la libertad
Es tan importante la libertad plena, el poder ser capaz de volar con deleite... ¡Bravo por tu reflexión en compañía de este Muelle Real tan hermoso!
Sending you Ecency curation votes.😉

Estoy de acuerdo que no hay mejor libertad que no dejar que los otros gobiernen nuestros sentimientos y respuestas. Cuántos de nosotros somos esclavos de nuestros sentimientos, de nuestras acciones, nuestras promesas. Me gustó leer tu reflexión porque me vinieron nombres como Mandela, de personas a quienes les quitaron la libertad física, pero jamás la mental, la espiritual! Saludos
Ese fue uno de los nombres en los que pensé mientras escribía.
Muchísimas gracias por tus palabras. Siempre se agradece y significa mucho un comentario como el tuyo.
Abrazos
¡Felicitaciones!
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