Between memory and anticipation / Entre la memoria y la anticipación (eng-esp)

Hello, friends of #greenzone.

There's a truth that life whispers to you, first gently and then, if you don't listen, loudly: Carpe Diem, Seize the moment.
The moment, the now, is all we truly have. I learned this not only on stage, under the blinding spotlights, but in the stillness of my everyday life. Learning to seize the moment, to embrace its brutal and beautiful transience, has become the most essential value of my existence.

For years, I believed that seizing the moment meant pursuing great feats, achieving monumental goals. But true value lies in the microcosm of the seemingly small. It's the conscious choice to slow down when the world is urging you to speed up.
It's that intentional pause to savor the aroma of morning coffee, feeling the warmth of the cup in your hands, instead of gulping it down, rushing to the next task. It's looking into my son's eyes when he tells me, in exasperating detail, about his dream from the night before, and instead of thinking about the email I have to write; it's immersing myself completely in the fantastical universe of his imagination.
That's seizing the moment: the absolute surrender to the now.

This knowledge isn't born of naiveté, but of loss. I've seen musical and professional opportunities vanish because of a doubt. I've seen loved ones leave and wish I'd spent five more minutes of sincere conversation with them.
These absences are the harshest teachers. They taught me that procrastination is a silent thief that steals life away in tiny fragments. I'll do it later, there's time tomorrow, another time…
These are the most dangerous phrases we can utter, because they build a hypothetical future on the emptiness of a wasted present.

That's why I now radically choose the present. When I play, I don't think about criticism or the next movement; I merge with the vibration of the strings, with the resonance in the wood, and let the emotion flow unfiltered.
When I love, I do it with all I have, holding nothing back for a hypothetical tomorrow that might never come. Seizing the moment is, in essence, an act of courage. It's the courage to be fully alive, vulnerable, and open, knowing that that precise second, with its unique texture, will never be repeated.
It's the best way to enjoy life to the fullest.

Life isn't a to-do list to check off, but a succession of moments to live. I've discovered that true success isn't measured by what we've accumulated, but by the intensity and depth with which we've lived each of those moments.
The now is the only ground where we can truly plant, love, create, and exist. Everything else is memory or anticipation, but never a full life.

Versión en español

Hola, amigos de #greenzone.

Hay una verdad que la vida se encarga de susurrarme. Al inicio, suavemente y luego, si no escucho, lo hace a gritos: Carpe Diem, Aprovecha el momento.
El momento, el ahora, es todo lo que realmente tenemos. Lo aprendí no solo en los escenarios, bajo los focos cegadores, sino en la quietud de mi vida cotidiana. Aprender a aprovechar el instante, a abrazar su fugacidad brutal y hermosa, se ha convertido en el valor más esencial de mi existencia.

Durante años, creí que aprovechar el momento significaba perseguir grandes hazañas, lograr metas monumentales. Pero el verdadero valor reside en el microcosmos de lo aparentemente pequeño. Es la elección consciente que hago, de bajar la velocidad cuando el mundo me impulsa a acelerar.

Es esa pausa intencional para saborear el aroma del café de la mañana, sintiendo el calor de la taza entre las manos, en lugar de engullirlo, corriendo hacia la siguiente tarea. Es mirar a los ojos a mi hijo cuando me cuenta, con exasperante detalle, su sueño de la noche anterior, y en lugar de pensar en el correo electrónico que debo escribir; es sumergirme por completo en el universo fantástico de su imaginación.
Eso es lo que pienso cuando escucho aprovechar el momento: la entrega absoluta al ahora.

Este saber no nace de mi ingenuidad, sino de la pérdida. He visto oportunidades musicales, profesionales, esfumarse por una duda. He visto personas queridas partir y haber deseado haberles dedicado cinco minutos más de conversación sincera.
Esas ausencias son los maestros más severos. Me enseñaron que la postergación es un ladrón silencioso que hurta la vida en pequeños fragmentos. Luego lo hago, mañana hay tiempo, en otro momento…
Esas son las frases más peligrosas que podemos pronunciar, porque construyen un futuro hipotético sobre el vacío de un presente desaprovechado.

Por eso, ahora elijo radicalmente el presente. Cuando toco, no pienso en la crítica ni en el siguiente movimiento; me fusiono con la vibración de las cuerdas, con la resonancia en la madera, y dejo que la emoción fluya sin filtros.
Cuando amo, lo hago con todo, sin guardar reservas para un hipotético mañana que quizás no llegue. Aprovechar el momento es, en esencia, un acto de coraje. Es el valor de estar completamente vivo, vulnerable y abierto, sabiendo que ese segundo preciso, con su textura única, nunca se repetirá.
Es la mejor manera de disfrutar la vida al máximo posible.

Entiendan que la vida no es una lista de pendientes por tachar, sino una sucesión de instantes por vivir. He descubierto que el verdadero éxito no se mide por lo acumulado, sino por la intensidad y la profundidad con la que hemos vivido cada uno de esos instantes.
El ahora es el único terreno donde realmente podemos plantar, amar, crear y existir. Todo lo demás es memoria o anticipación, pero nunca vida plena.