Jueves de TBT/ Descubrir la magia.

Saludos a los habitantes de este planeta Tebetiano que construimos semana tras semana con nuestras imágenes y recuerdos. Jueves de TBT para preservar la memoria.

Cuando nos preguntan acerca de los recuerdos que nos han marcado generalmente nos remitimos a aquellos que significaron un gran dolor, un gran triunfo o una enorme alegría. Siempre miramos hacia atrás a esos puntos de inflexión que definieron un antes y un después.

Hoy mi mirada se detuvo en un momento fortuito, breve, simple en su forma pero hermoso como experiencia de vida.

Él se llama Carlos, vive en un reparto vecino, pasa a menudo frente a mi casa y lleva con él una historia que les quiero compartir.

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Cuando Carlos intentó llegar a este mundo su mamá sufrió una eclampsia, él mismo necesitó la ayuda de fórceps para nacer. Ambos eventos combinados provocaron daños cerebrales irreversibles que afectaron sus centros del aprendizaje y del lenguaje.

Hoy con cincuenta y tantos años, sin estudios académicos ni profesión recorre las calles de toda la Ciudad de Camagüey. Trae siempre con él alguno de los camiones, tractores o trenes que teje con sus propias manos a partir de alambres y pedacitos de otros materiales.

Carlos ha encontrado en la creatividad una manera de expresión propia. Muestra sus obras orgulloso a los transeúntes que le dedican su desdén, una mirada fugaz, o un minuto de bonita atención. Las reacciones no dependen de la calidad de las creaciones sino de la sensibilidad de cada quién.

Esa tarde que les comparto yo acompañaba a mi niña y a una amiguita a jugar en un espacio abierto, cerca de casa, con muchos árboles frutales y sombra. Carlos nos vio al pasar y se acercó de inmediato a mostrarnos su camión. Las niñas me consultaron con la mirada así que yo me acerqué lo saludé y le pregunté por su escultura, entonces las niñas me imitaron.

El artista les explicó en su lenguaje de gestos de qué se trataba la obra. Después estuvieron jugando un rato, cargando y descargando la "rastra" de hojas y piedrecitas. La verdad es que no sé quién se divertía más.

Cuando él decidió despedirse le pedí permiso para tirarle una foto y no solo accedió sino que posó entusiasmado junto a sus nuevas amiguitas.

Mi hija aprendió ese día a no juzgar, sino a apreciar la singularidad en las personas. Yo morí de envidia de tanta habilidad manual porque la verdad es que en esa área soy muy patosa. En cuanto a Carlos me gustaría creer que nuestra atenta compañía le regaló algo de alegría, una pizca de confianza en sí mismo y en el valor de su obra.

Agradezco que me acompañaran en el camino de este bonito recuerdo. Les dejo mi abrazo.

Este post se redactó libre de IA. La fotografía es mía. Loa banners se crearon en Canva

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