Memoir Monday #51. Changing course||Cambiar el Rumbo

Every day, we make decisions, some of them so small or that are part of everyday life that apparently do not mean much, such as not eating another piece of cake that can make the difference between feeling good and satisfied with what you have already eaten or feeling sick to your stomach because of pure gluttony, or not buying something because at the last moment you realized that, although you like it, you do not really need it and that you can use that money in something more productive, invest it or save it.

As I say, these are decisions that even when they do not mark apparent changes, they are still important for the person who makes them, as compared to the theory of the fluttering of the butterfly, no matter how soft the fluttering is, the movement and vibration will always have repercussions somewhere.

However, there are other types of decisions that do establish, in the life of those who make them, a before and an after. This is what @ericvancewalton proposes to talk about in this Memoir Monday #51. Here I share part of this experience.

I was 27 years old when I was wallowing in a turmoil of doubts, constantly wondering what I needed to do to make my life a little more stable. While it's true that not everything about me was a disaster, I did feel that many of the decisions I made, subsequently, were ill-advised.

I had my little son who was a big part of my motivation, he helped me to focus and above all to keep me on important goals such as having my own home, a stable job and resuming my studies, but even having these clear and defined paths, I felt that my life was moving at the pace of my impulses.

I was aware of this impulsiveness, especially in the relationships I established, I was indignant with myself and then this feeling was transmuted into guilt and disappointment, I already had two divorces and without knowing, I was repeating a pattern, what I did know were two things: I did not want to stay alone, but I did not want to be in relationships that, from the beginning, I knew that they would fill me with “suffering” and bad times.

One wonderful day a teacher talked about patterns in relationships, I approached her and she told me that she could not help me, that I had to look for a professional in the area of psychology. I had no reference, so I called an aunt who was a counselor and told her my “case”, her affectionate and kind answer was that she could not help me either, but that she knew a psychologist who could.

And there I made one of what I consider “the best decisions of my life”, to seek and accept help to overcome what was beyond me, what you do not understand why it happens to you and much less know what to do to stop it from happening.

I can say that this decision transformed my life not only in “breaking the circle” as they call that pattern that you follow unconsciously, but it opened the door to work on my processes of self-knowledge, to want to deepen how to improve my relationships, to lower to a large extent that impulsiveness that made me feel so close to the animals and so far away from the human and generally to live more calmly enjoying with love and gratitude what life offers me and what I, intentionally, I procure in favor of what we call happiness and inner well-being.

Diariamente, tomamos decisiones unas tan pequeñas o que entran en la cotidianidad que aparentemente no significan gran cosa como puede ser el no comerte otro trozo de torta que puede marcar la diferencia entre sentirte bien y satisfecho con lo que ya comiste o sentir malestar estomacal por pura gula o, dejar de comprar algo porque en el último momento te diste cuenta que, aunque te gusta, realmente no lo necesitas y que ese dinero puedes usarlo en algo más productivo, invertirlo o ahorrarlo.

Como digo son decisiones que aun cuando no marquen cambios aparentes no dejan de ser importantes para quien las toma, valga la comparación con la teoría del aleteo de la mariposa, por muy suave que este aleteo sea, siempre el movimiento y la vibración repercutirá en algún lado.

Sin embargo, hay otros tipos de decisiones que sí establecen, en la vida de quien las toma, un antes y un después. De este tipo son las que nos propone hablar @ericvancewalton, en este Memoir Monday #5. Aquí comparto pate de esta vivencia.

Tenía 27 años cuando me revolcaba en un tumulto de dudas, preguntándome con constancia que tenía que hacer para que mi vida tuviese un poco más de estabilidad. Si bien es cierto que no todo lo que había en mí era un desastre, sí sentía que muchas de las decisiones que tomaba, posteriormente, eran desacertadas.

Tenía a mi pequeño hijo que era gran parte de mi motivación, él me ayudaba a ir centrándome y sobre todo mantenerme en metas importantes como era tener una vivienda propia, un trabajo estable y retomar mis estudios, pero aun teniendo estos caminos claros y definidos, sentía que mi vida marchaba al ritmo de mis impulsos.

Era consciente de esta impulsividad, sobre todo en las relaciones de pareja que establecía, me indignaba conmigo misma y luego este sentimiento se transmutaba en culpa y decepción, ya tenía dos divorcios y sin saber, estaba repitiendo un patrón, lo que si sabía eran dos cosas: no quería quedarme sola, pero tampoco quería estar en relaciones que, de entrada, sabía que me llenarías de “sufrimientos” y pésimos ratos.

Un maravilloso día una profesora habló de patrones en las relaciones, me acerqué a ella y me dijo que no me podía ayudar, que tenía que buscar un profesional en el área de psicología. No tenía ninguna referencia, así que llamé a una tía que era orientadora y le planteé mi “caso”, su respuesta afectiva y amable fue que tampoco me podía ayudar, pero que conocía a una psicóloga que sí podría hacerlo.

Y allí tomé una de las que considero “una de las mejores decisiones de mi vida”, buscar y aceptar ayuda para superar lo que me sobrepasaba, lo que no entiendes por qué te pasa y muchísimo menos saber qué hacer para que no siga pasando.

Puedo decir que esta decisión transformó mi vida no solo en “romper el círculo” como llaman a ese patrón que sigues de manera inconsciente, sino que me abrió la puerta para trabajar en mis procesos de autoconocimiento, a querer profundizar en cómo mejorar mis relaciones, a bajar en gran medida esa impulsividad que me hacía sentir tan cercana a los animalitos y tan alejada de lo humano y en línea general a vivir con mayor sosiego disfrutando con cariño y agradecimiento lo que la vida me ofrece y lo que yo, intencionadamente, me procuro a favor de eso que llamamos felicidad y bienestar interior.