Salsa Mix

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by Siberiann on Paul Lindstrom
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Cuando conocí Cali en un viaje que tuve que realizar por mi trabajo, una de las cosas que me decían mis compañeros era que mis jefes me habían enviado a la "capital de la salsa".

Pero la salsa, como género musical y baile, no nació en Cali, sino en los barrios latinos de Nueva York en la década de 1960, aunque sus raíces se hunden profundamente en las tradiciones afrocaribeñas. Es una fusión vibrante de ritmos cubanos como el son, la guaracha, el mambo y el cha-cha-chá, con influencias de jazz, música puertorriqueña y otros estilos caribeños.

Los inmigrantes cubanos y puertorriqueños, especialmente en el Spanish Harlem, fueron clave en su desarrollo, mezclando sonidos tradicionales con la energía urbana de la Gran Manzana. Artistas como Tito Puente, Celia Cruz y Eddie Palmieri, junto a sellos como Fania Records, moldearon el sonido característico de la salsa, con sus percusiones potentes, metales brillantes y letras que hablaban de amor, lucha y vida cotidiana.

El término "salsa" fue popularizado por Fania como una etiqueta comercial para unificar estos ritmos bajo un nombre pegajoso, aunque su uso generó debates entre músicos que preferían nombres específicos como "son" o "guaguancó".

En los años 70, la salsa explotó globalmente, llegando a Puerto Rico, Colombia, Venezuela y más allá, adaptándose a los sabores locales. En Cali, Colombia, por ejemplo, se convirtió en un emblema cultural con un estilo de baile acrobático. La salsa romántica, con figuras como Marc Anthony, surgió en los 80, suavizando el ritmo para un público más amplio, mientras que la salsa dura mantuvo su esencia callejera.

La salsa ha trascendido su esencia musical para impregnarse en diversas expresiones culturales, dejando una huella profunda en la literatura, el arte, el cine, la moda y otros ritmos musicales. En la literatura, la salsa ha inspirado narrativas que capturan la vida de la diáspora latina, con autores como Piri Thomas en Down These Mean Streets retratando la lucha y la identidad de los barrios donde la salsa resonaba como banda sonora.

Novelas y poemas de escritores como Julia Álvarez o Esmeralda Santiago reflejan el pulso de la salsa, usando su ritmo y letras como metáforas de resistencia, amor y comunidad. La salsa también aparece en crónicas urbanas que narran la efervescencia de los años 70, con sus clubes y bailes como espacios de liberación cultural.

En el arte, la salsa ha influido en la estética de pintores y muralistas latinos, especialmente en movimientos como el Nuyorican, donde artistas como Jorge Soto plasmaron en lienzos y paredes la energía de los bailes y la vida callejera. Los colores vibrantes, las figuras en movimiento y los instrumentos como las congas se convirtieron en símbolos de orgullo cultural en galerías y espacios públicos.

En el cine, la salsa ha sido un elemento narrativo y emocional en películas como Salsa (1988), que captura la fiebre del baile, o El Cantante (2006), biopic de Héctor Lavoe que entrelaza la música con historias de lucha personal. Incluso en filmes no centrados en la salsa, como West Side Story, su influencia rítmica y cultural se siente en la representación de la experiencia latina.

En la moda, la salsa marcó tendencias con los atuendos de los bailarines: trajes brillantes, camisas de volantes, vestidos ajustados y colores audaces que reflejaban la sensualidad y el dinamismo del baile. En los años 70 y 80, los clubes de salsa popularizaron estilos que combinaban elegancia caribeña con un toque urbano, como los sombreros fedora y los zapatos de dos tonos, que luego inspiraron subculturas de moda latina. Hoy, diseñadores latinos como Carolina Herrera han incorporado sutilmente esa estética vibrante en colecciones modernas.

En cuanto a otros ritmos musicales, la salsa ha sido un catalizador de fusiones. Influenció el desarrollo del boogaloo, un híbrido de R&B y ritmos latinos en los 60, y más tarde se entrelazó con el reggae y el hip-hop en géneros como el reggaetón, donde artistas como Tego Calderón tomaron su cadencia y actitud callejera.

La salsa romántica de los 80, con figuras como Frankie Ruiz, suavizó su sonido para influir en el pop latino, mientras que su percusión y estructura han permeado el jazz latino y hasta la música electrónica en remixes modernos. La salsa no solo es un género, sino un movimiento cultural que sigue moldeando identidades y expresiones artísticas globales, conectando lo tradicional con lo contemporáneo.

La salsa se distingue por una rica instrumentación que combina percusión, vientos y cuerdas para crear su característica energía rítmica. Los instrumentos más utilizados reflejan su herencia cubana, puertorriqueña y neoyorquina, con un enfoque en la percusión que impulsa el movimiento del baile.

Las congas, o tumbadoras, son el corazón rítmico, tocadas en pares o tríos para marcar patrones como el tumbao, que da a la salsa su pulso inconfundible. Los bongós, con su sonido agudo y versátil, añaden texturas dinámicas, especialmente en los solos o "descargas". El timbal, con sus tambores metálicos y platillos, aporta acentos rítmicos y redobles que intensifican los momentos climáticos, a menudo manejado por un percusionista que también toca la campana o cencerro, esencial para mantener el ritmo base o "clave".

La clave misma, un instrumento de madera formado por dos palos que se golpean, es el alma de la salsa, dictando el patrón rítmico 2-3 o 3-2 que organiza toda la música. Otros instrumentos de percusión, como las maracas y el güiro, añaden capas de textura con sus sonidos rasposos y agitados, enriqueciendo el groove.

En los vientos, las trompetas y trombones dominan, creando líneas melódicas potentes y armonías brillantes que dan a la salsa su carácter festivo. El saxofón, aunque menos común, aparece en algunas orquestas para añadir matices jazzeros.

El piano es crucial, ejecutando montunos repetitivos que entrelazan acordes y melodías improvisadas, anclando la armonía mientras dialoga con los cantantes. El bajo, ya sea eléctrico o contrabajo, sostiene la base rítmica con líneas sincopadas que complementan el tumbao de las congas.

En algunos casos, instrumentos como el violín o la flauta, herencia de las charangas cubanas, se usan para dar un toque más melódico, especialmente en la salsa romántica. La voz, aunque no un instrumento en sí, es esencial, con cantantes que alternan entre coros, improvisaciones (soneos) y letras narrativas. Esta combinación de instrumentos, liderada por la percusión y los vientos, crea el sonido vibrante y bailable que define la salsa, un reflejo de su riqueza cultural y su capacidad de evolución.

Hoy, la salsa sigue evolucionando, con artistas modernos como Bad Bunny integrando elementos en géneros urbanos, aunque algunos puristas lamentan la pérdida de su crudeza original. Es más que música: es identidad y celebración de la diáspora latina, un puente entre culturas que sigue moviendo cuerpos y corazones en todo el mundo.

Incluido el mío y el de mi esposa porque somos latinos, porque como dice la canción de Joe Arroyo, somos "Echaos Pa' Lante"

Es todo por hoy.

Relájense y disfruten del mix que les comparto.

Chau, BlurtMedia…

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