Un dia de la bandera, compartiendo

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Este fin de semana tuve una experiencia muy especial. Con un grupo de amigos, decidimos ir a cocinar para personas que lo necesitan más. Nos organizamos y fuimos a Los Rosales Olla, un comedor en el conurbano bonaerense. Allí conocimos a Miriam, quien maneja el comedor con mucho amor y dedicación.

Elegimos el día de la bandera para ir, así que fue un día muy especial. Éramos muchos los que queríamos ayudar, y todos estábamos emocionados por la oportunidad de hacer algo bueno por los demás. Al llegar, Miriam nos recibió con una gran sonrisa y nos mostró todo el lugar. El comedor es simple pero acogedor, y se nota que Miriam y su equipo hacen todo lo posible para que las personas que van allí se sientan bienvenidas y cuidadas.

Como éramos tantos, decidimos cocinar en la calle para tener más espacio y poder trabajar todos juntos. Fue una gran idea, porque el ambiente se llenó de vida y alegría. Preparamos de todo: sopas, guisos, ensaladas y postres. Cada uno de nosotros tenía una tarea y todos pusimos manos a la obra con entusiasmo. Algunos cortaban verduras, otros cocinaban y otros se encargaban de servir la comida.

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El trabajo en equipo fue increíble. Todos estábamos muy concentrados en nuestras tareas, pero también nos divertíamos mucho. La música sonaba de fondo y algunas personas hasta se pusieron a bailar mientras cocinaban. El ambiente era tan cálido y lleno de energía positiva que hacía que el trabajo pareciera más fácil.

Poco a poco, las personas comenzaron a llegar al comedor. Ver sus caras de agradecimiento y felicidad fue muy gratificante. Algunos nos contaban sus historias, y fue muy conmovedor escuchar cómo Miriam y el comedor les habían ayudado en momentos difíciles. Había familias enteras, niños, abuelos, todos reunidos para compartir una comida caliente y un rato de compañía.

A medida que servíamos la comida, también tuvimos la oportunidad de charlar con la gente. Fue lindo conocer a personas nuevas y escuchar sus historias. Nos contaron sobre sus vidas, sus sueños y sus desafíos. A pesar de las dificultades, la mayoría de ellos tenían una actitud muy positiva y una gran esperanza en el futuro.

Colaborar y celebrar el día de la bandera con ellos fue una experiencia hermosa. No solo porque pudimos ayudar con algo tan necesario como la comida, sino también porque compartimos un momento de conexión humana muy especial. Todos éramos extraños al principio, pero pronto nos sentimos como una gran familia.

El día terminó con una sensación de satisfacción y gratitud. Ayudar a los demás nos hizo sentir muy bien y nos recordó lo importante que es ser solidarios y generosos. Miriam nos agradeció por nuestra ayuda y nos invitó a volver cuando quisiéramos. Nos fuimos de allí con el corazón lleno y con la promesa de regresar pronto.

Esa visita a Los Rosales Olla nos enseñó muchas cosas. Aprendimos sobre la importancia de la comunidad y de cómo pequeños actos de bondad pueden tener un gran impacto. También nos hizo valorar más lo que tenemos y ser más conscientes de las necesidades de los demás. Fue un día de mucho trabajo, pero también de mucha alegría y conexión.


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