¡Vaya, vaya…!, nostalgia.

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𝐇𝐨𝐲 𝐞𝐬 𝐣𝐮𝐞𝐯𝐞𝐬, «𝐞𝐥 𝐜𝐮𝐞𝐫𝐩𝐨 𝐥𝐨 𝐬𝐚𝐛𝐞», 𝐞𝐥 𝐝𝐢́𝐚 𝐝𝐞𝐥 #𝐓𝐁𝐓. Encontrarse con el recuerdo en las tantas aristas del tiempo. Es que el tiempo, es ese tejedor incansable de memorias y emociones. Bien, aquí vamos de nuevo:


¡Vaya, vaya…!, nostalgia.


Me llega una foto al celular y se me olvida que aquí en Canadá los árboles se están poniendo de mil colores, todo muy bonito y muy en orden. Qué va. Mi cabeza se fue a la mierda. Se fue para el desorden verde de mis montañas en los Andes. La foto es solo eso, una foto, pero es como si me empujara a través del Caribe y me dejara caer de pie en un camino de tierra en Monte Carmelo.


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A la izquierda, Javier. El hijo de mi prima Janeth. Lo veo y es una vaina increíble, es como ver a mi abuelo, a mi papá, a todos los hombres de mi familia parados ahí. Lo he visto en otras fotos con las botas de goma hasta el tope de barro, de ese barro negro, pesado, que huele a café y a vida. Y esa mirada… uff. No te está mirando a ti, ni a la cámara. El niño mira pa’lante, pa'l camino. Como si estuviera calculando. Midiendo lo que falta. Ya sabe, con los pocos años que tiene, que ese camino hoy se puede andar, pero mañana quién sabe. Mañana puede ser un río.

Y al lado, su contraparte total: Milagros. Pequeña, dulce, terca Milagros. Ella sí que mira a la cámara, y te suelta una sonrisa que puede con todo. Con los cachetes rojos, colorados por el frío de la montaña. A ella el lodo le da igual, es más, creo que le encanta. Para ella no es un obstáculo, es un charco. Y si el cielo está feo, no es una amenaza, es que va a llover y punto. Y podrá oír la lluvia sonar en el techo de zinc, como siempre. Es la alegría que se niega a que la tape el barro.

La foto es bonita y todo, pero lo que hay detrás es otra cosa. Me llegan los audios de mi prima y se me encoge el corazón. Que si la quebrada La Colorada se salió de madre, que si para llegar a Cordero hay que encomendarse a todos los santos. Derrumbes por todos lados, gente aislada. El miedo de que se pierda la cosecha porque, ¿cómo la sacan? Es escuchar sus voces y sentir el frío, ese que se te clava en los huesos, ver la neblina comiéndose todo.

Y mientras, yo aquí, quejándome porque parece que va a aumentar la temperatura a 23 °C el fin de semana. Qué ironía. Allá la vida es una pelea constante con el monte, siempre lo ha sido, pero se siente distinto ahora, desde este punto de vista.

Viendo a Javier, entiendo. Él es el que no se queja, el que se pone las botas y ya está, porque es lo que hay que hacer. Él sabe que cuando para de llover, hay que ir a limpiar y a ver cómo está el cafetal.

Y Milagros… ella es la terquedad de la alegría. La flor que sale entre dos piedras. La risa que no pide permiso. Bendiciones.

Guardo el teléfono. No sé. No son solo dos niños en un camino. Son mi gente, mi Táchira. Son esa mezcla de fuerza bruta y ternura, de angustia y de fe ciega. Son la prueba, terca y real, de que por más que el cielo se venga abajo, allá en Monte Carmelo siempre va a haber alguien con las botas bien puestas, listo para seguir. Y al lado, una sonrisa, como un pequeño milagro, recordándote que después de la tormenta… la vida, de alguna forma, siempre puede. Siempre.




Si quieres participar, me parece que aún estás a tiempo, tienes hasta las 11:59 pm de HOY JUEVES, así que apúrate y recuerda cumplir las reglas.

ℂ𝕠𝕟𝕔𝕦𝕣𝕤𝕠 𝕕𝕖 𝕋𝔹𝕋 - 𝕌𝕟 𝕕𝕚́𝕒 𝕕𝕖 𝕖𝕤𝕠𝕤.

También pueden revisar las últimas publicaciones en la casa de la Comunidad #TopFamily


Portada de la iniciativa.


A ver si se animan, las amigas @tiffanny y @faniaviera, y el amigo @silher






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🐾 Thanks for joining the #hueso community! We love your post. 🦴 You received 1 Hueso token gift.

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Que hermosa manera de retratar la nostalgia. Gracias por compartir.

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Gracias a usted por la apreciación y por compartir a la distancia. Un abrazo lleno de bendiciones.

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La realidad cotidiana duele a los que se quedan, los que emigran aprietan el bolsillo donde guardan la nostalgia en la esperanza de aflojar su mordida.

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La realidad cotidiana duele a los que se quedan, los que emigran aprietan el bolsillo donde guardan la nostalgia en la esperanza de aflojar su mordida.

Quedarse duele de una manera directa y diaria. Irse también duele, pero es un dolor diferente, el de la nostalgia y el desarraigo. El emigrante convierte su dolor en un motor de sacrificio. Quizá sentimentalismo, pero es por el dolor que pudieran estar pasando aquellos que se quedaron.

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Un recuerdo enlazado con lo que esta pasando en estos momentos en la zona, muy duro en verdad, derrumbes inundaciones, familias que perdieron todo. Espero que los tuyos estén bien dentro de lo que se puede, complicado en verdad. Un hermoso recuerdo una mirada al futuro. Un abrazo.

!LADY

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