No es Terrorismo, es Negligencia.
𝐇𝐨𝐲 𝐞𝐬 𝐣𝐮𝐞𝐯𝐞𝐬, «𝐞𝐥 𝐜𝐮𝐞𝐫𝐩𝐨 𝐥𝐨 𝐬𝐚𝐛𝐞», 𝐞𝐥 𝐝𝐢́𝐚 𝐝𝐞𝐥 #𝐓𝐁𝐓. Encontrarse con el recuerdo en las tantas aristas del tiempo. Es que el tiempo, es ese tejedor incansable de memorias y emociones. Bien, aquí vamos de nuevo:
No es Terrorismo, es Negligencia
Hay noticias que nos quiebran el alma y nos dejan con un nudo de impotencia en la garganta. El pasado 12 de julio, el corazón de Catia, en Caracas, se detuvo por un instante de fuego y tragedia. Una violenta deflagración, originada por una bombona de gas, arrasó con la cotidianidad de la zona, dejando un saldo desolador de heridos, y lo que es peor, de vidas apagadas para siempre. Según las voces que lo vivieron de cerca, la cifra es espantosa; once personas, entre ellas tres niños y ocho adultos, han fallecido a causa de este suceso.

Cortesía de mi sobrina Gilda.
Entre las vidas segadas, se encontraba una vecina conocida y su hija. La fotografía que comparto hoy, cortesía de mi sobrina Gilda, es un recuerdo del 2014 lleno de vida con esa sonrisa y ese bebé en brazos, se convierte ahora en un doloroso testamento de lo que fue y ya no será. Saber que fueron despedidas el pasado domingo en el Cementerio del Km. 12 de El Junquito añade una capa de realidad tangible a una pena que se siente colectiva.
Lo que más duele, más allá de la pérdida irreparable, es el manto de duda y opacidad que intenta cubrir los hechos. Mientras las voces oficiales apuntan a explicaciones que suenan ajenas y distantes, como la de un “atentado terrorista de la derecha”, la realidad de los vecinos cuenta otra historia. Una historia de negligencia, de un peligro latente que convivía con ellos por más de un año en esa esquina popularmente conocida como “la esquina del hambre”. Esas bombonas no aparecieron de la nada; eran parte del paisaje, un riesgo normalizado hasta que ocurrió lo inevitable.
Esta narrativa de la gente común choca frontalmente con el presunto decomiso de las cintas de seguridad y la eliminación de videos que mostraban la cruda verdad. Cuando la memoria visual de una tragedia es silenciada, no solo se busca ocultar una posible responsabilidad, sino que se insulta la inteligencia y el dolor de los afectados. No fue un acto abstracto de terrorismo; fue una bombona, en un puesto de fritanga, en un sector popular de gente trabajadora.
Hoy, más que buscar culpables en un texto, quiero honrar a los inocentes. Honrar a esa madre y a su hija, a los otros niños y adultos cuyas vidas terminaron de forma tan abrupta e injusta. Que su memoria no se diluya en la conveniencia del discurso oficial. Que el recuerdo de sus rostros y sus historias sirva como un llamado permanente a la verdad y la justicia, para que una tragedia así, nacida de la desidia, nunca más vuelva a vestir de luto a nuestra gente. Descansen en paz.
Si quieres participar, me parece que aún estás a tiempo, tienes hasta las 11:59 pm de HOY JUEVES, así que apúrate y recuerda cumplir las reglas.
ℂ𝕠𝕟𝕔𝕦𝕣𝕤𝕠 𝕕𝕖 𝕋𝔹𝕋 - 𝕌𝕟 𝕕𝕚́𝕒 𝕕𝕖 𝕖𝕤𝕠𝕤.
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Portada de la iniciativa.
A ver si se animan, las amigas @tiffanny y @faniaviera, y el amigo @silher…


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Se nos vuelve más doloroso cuando conocemos los rostros de las perdidas humanas. Creo que vi la noticia y también me entristeció, de verdad ya hay varios casos parecidos y yo creo que la negligencia, falta de mantenimiento de los fabricantes de bombonas y paremos de contar, tienen mucho que ver con ello. De verdad lo siento mucho. Un abrazo.
Waooo que lamentable tragedia, muy doloroso ver esos recuerdos.