[Esp./Eng.] Échame el Cuento: Ꮯꮻꮇꮲꮮꮖꮯꮖꭰꭺꭰ Ꮪꮖꮮꭼɴꮯꮖꮻꮪꭺ. || Ꮪꮖꮮꭼɴꭲ Ꮯꮻꮇꮲꮮꮖꮯꮖꭲꭹ.



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Remontándome a mis años de adulto joven, me viene a la mente un error que cometí y que quisiera que otros no lo repitieran. La permisividad, o quizás una palabra más precisa sería la complicidad silenciosa, fue la trampa en la que caí, y cuyas consecuencias aún resuenan en mi vida.

Por aquel entonces, gozaba de una buena reputación entre mis vecinos. Los jóvenes del barrio, conscientes de ello, comenzaron a utilizar mi nombre como excusa para salir de casa. “Estaremos con él”, decían, y sus padres les creían sin cuestionar. Cuando me encontré con ellos en el camino me pedían que, si sus padres preguntaban, confirmara su coartada. Inocentemente, accedí, sin prever las consecuencias de esta acción aparentemente inofensiva.

Un día, una joven de 16 años salió de su casa, supuestamente para encontrarse conmigo. Sin embargo, nunca regresé. Cuarenta y un días después, su cuerpo fue encontrado sin vida. Las sospechas y acusaciones no tardaron en recaer sobre mí. Mi permisividad y complicidad habían alcanzado un punto de no retorno. La responsabilidad de haber mentido, aunque fuera para ayudar, me costó un año de prisión. Aquellos años de encierro fueron una amarga lección sobre la importancia de la integridad y la honestidad. Es cierto, queridos lectores, por una apelación que yo mismo redacté y que mi mamá en vida consigno en el Tribunal Supremo de Justicia, salí absuelto 11 años después.

Al recordar este episodio, me doy cuenta de que el deseo de ser considerado bueno y confiable me llevó a tomar decisiones equivocadas. Pretender ayudar a los jóvenes cubriéndoles sus mentiras me puso en una posición vulnerable y peligrosa. Mi error no solo afectó mi vida, la de mi familia, y también la confianza de una comunidad entera que me señaló con su dedo índice sin cuestionar las evidencias.

La enseñanza que quiero transmitir es clara: no podemos ser cómplices del engaño bajo el pretexto de ser buenos. La integridad debe ser nuestro faro, guiándonos a través de decisiones difíciles. Ser permisivos con la mentira y la irresponsabilidad solo conducen a consecuencias desastrosas. Es fundamental recordar que nuestras acciones y decisiones tienen repercusiones no solo para nosotros, sino también para quienes confían en nosotros.

Hoy, al reflexionar sobre esta experiencia, me doy cuenta de que la verdadera bondad y responsabilidad radican en ser honestos y mantener nuestra integridad, incluso cuando es difícil. Debemos aprender a decir “no” cuando se nos pide que encubramos la verdad, y debemos ser conscientes de las posibles consecuencias de nuestras acciones.

El poder de la verdad y la integridad es inmenso. Nos libera de la carga de la culpa y nos permite vivir con la conciencia tranquila. No podemos permitir que el deseo de ser aceptados o considerados buenos nos tome a decisiones que comprometamos nuestros valores. La responsabilidad de nuestras acciones y la transparencia en nuestras relaciones con los demás son pilares esenciales para construir una comunidad basada en la confianza y el respeto.






Dedicado a todos aquellos escribas que contribuyen, día a día, a hacer de nuestro planeta, un mundo mejor.





Gracias a @brujita18 por considerar invitarme a este reto de la comunidad #mundohispano.

Creo que aún estás a tiempo de participar, únete a la comunidad de #mundohispano y explota la creatividad literaria que adormece dentro de cada uno… @chironga67, @sacra97, @lauril, @atreyuserver and @castri-ja.

Échame el Cuento: ¿Qué error cometiste que te gustaría que otros no lo repitieran?



CRÉDITOS:





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Thinking back to my young adult years, I am reminded of a mistake I made that I wish others would not repeat. Permissiveness, or perhaps a more accurate word would be silent complicity, was the trap I fell into, the consequences of which still echo in my life.

At the time, I had a good reputation among my neighbours. The young people in the neighbourhood, aware of this, began to use my name as an excuse to get out of the house. ‘We'll be with him,’ they said, and their parents believed them without question. When I met them on the road, they asked me, if their parents asked, to confirm their alibi. Innocently, I agreed, not foreseeing the consequences of this seemingly harmless action.


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One day, a 16-year-old girl left her house, supposedly to meet me. However, I never returned. Forty-one days later, her body was found lifeless. Suspicions and accusations soon fell on me. My permissiveness and complicity had reached a point of no return. The responsibility of having lied, even if it was to help, cost me a year in prison. Those years of imprisonment were a bitter lesson in the importance of integrity and honesty. It is true, dear readers, that because of an appeal that I wrote myself and that my mother in her lifetime filed in the Supreme Court of Justice, I was acquitted 11 years later.

Looking back on this episode, I realise that the desire to be seen as good and trustworthy led me to make the wrong decisions. Pretending to help young people by covering up their lies put me in a vulnerable and dangerous position. My mistake affected not only my life, my family's life, but also the trust of an entire community that pointed its finger at me without questioning the evidence.

The lesson I want to convey is clear: we cannot be complicit in deceit under the guise of being good. Integrity must be our beacon, guiding us through difficult decisions. Indulging in lying and irresponsibility only leads to disastrous consequences. It is critical to remember that our actions and decisions have repercussions not only for us, but also for those who trust us.

Today, as I reflect on this experience, I realise that true goodness and responsibility lie in being honest and maintaining our integrity, even when it is difficult. We must learn to say ‘no’ when we are asked to cover up the truth, and we must be aware of the possible consequences of our actions.

The power of truth and integrity is immense. It frees us from the burden of guilt and allows us to live with a clear conscience. We cannot allow the desire to be accepted or considered good to drive us to decisions that compromise our values. Accountability for our actions and transparency in our relationships with others are essential pillars in building a community based on trust and respect.







Dedicated to all those scribes who contribute, day by day, to making our planet a better world.





Thanks to @brujita18 for considering inviting me to this call from the #mundohispano community.

I think you still have time to participate, join the #mundohispano community and exploit the literary creativity that lulls within each one… @lecumberre, @atreyuserver, @irvinc.

Tell Me the Story: What mistake did you make that you would like others not to repeat?



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Es maravilloso poder contar estas situaciones de la vida. Yo conozco la historia de lo que cuentas y más atinado en tu consejo no puedes ser. La vida te ha llenado de bendiciones que han complementado esos fatídicos años. Un abrazo en la lejanía.

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Al leerte, estoy segura de que si alguien te hubiera hablado más claramente acerca de establecer límites claros y decir NO, para enviarte males posteriores, con una experiencia como la tuya o similar, tal vez lo hubieses escuchado. Siempre cuando alguien nos da un testimonio, le damos más credibilidad a lo que nos dicen, porque sabemos de lo que hablan. Lamento que hayas tenido que aprender la lección como digo yo, para describir algunas de mis experiencias, con lágrimas de sangre ... Estás son las experiencias que más nos marcan pero que también nos enseñan. Te agradezco infinito que hayas compartido algo tan tuyo, lo valoro 🫶 gracias por compartirlo con nosotros y espero que ayude a alguien más tu historia. Un abrazo, saludos!

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Lamento que hayas vivido esa pesadilla, todavía no salgo de mi asombro.
Un abrazo virtual desde este lado del planeta.

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Dijiste algo muy importante, mi querido amigo, hay que aprender a decir No... pero comprendo tu posición, por lo general en la etapa de juventud cuando los amigos nos piden respaldo, si decimos que no, se molestan y hasta nos llaman "mal amigo" y un sinfin de cosas más. Pero es muy valioso conocer testimonios como el que hoy nos relatas, en el que nos enseñas el porqué de no ser cómplices de una mentira ya que después al decir la verdad, nadie quiere creernos. Siento mucho que hayas vivido una experiencia tan triste. Gracias por compartirla con nosotros a través de esta valiosa participación. Un abrazo muy fuerte.

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