Conquistando el mundo, uña por uña.

La verdad es que cuando vi la imagen, mi mente se quedó en blanco. Totalmente. Me pidieron contar una historia a partir de ella y, si te soy sincero, lo único que vi fueron dos frasquitos de esmalte para uñas. Uno de un color claro, casi perlado, y el otro de un azul o morado oscuro, intenso. Ambos de la marca “Valmy”, con la palabra “Endurecedor” bien visible. ¿Qué historia podía contar yo sobre eso? Mi experiencia con la manicura es nula, un universo paralelo para mí. Así que, en efecto, nada se me pasó por la mente, je, je, je.

Pero me quedé mirando la foto un rato más, casi por obligación. Y entonces, como un chispazo, no vi los frascos, sino la escena que evocaban.

^{Tomada de la iniciativa, propiedad de @lanzjoseg}

Recordé las noches de fin de semana en casa. El televisor prendido con alguna serie de fondo, un ruido ambiental más que un foco de atención. Y ahí estaba ella, sentada en el borde del sofá, con un trozo de papel de cocina extendido sobre la mesita de centro para no manchar. Con una concentración casi quirúrgica, sostenía uno de esos frasquitos. Desenroscaba la tapa con ese cepillito diminuto y, con una precisión que siempre me pareció increíble, se pintaba las uñas.

Ese olor químico, pero extrañamente familiar que llenaba la sala era la señal. Era su ritual. Para mí, que nunca he usado uno, era solo pintura. Pero para ella… era otra cosa. Era su momento. Era la preparación para la salida del sábado, la forma de añadir un toque de color a su semana, o simplemente un acto de autocuidado en una noche tranquila. Veía cómo elegía el color según su ánimo o la ropa que se iba a poner. El esmalte claro era para los días de “quiero verme arreglada pero sutil”. El oscuro, como el de la foto, era para las noches de “aquí estoy yo”, para sentirse poderosa y atrevida.

En la modernidad actual, supongo que ese es su uso más allá de la estética. No es solo decorar una uña. Es un pequeño ritual de poder femenino, un instante de pausa en un mundo que va a mil por hora. Es una forma de expresión personal tan válida como elegir una camiseta o un peinado. Tomarse diez minutos para una misma, para crear algo pequeño y perfecto, para luego soplarse los dedos con cuidado y esperar a que se seque mientras planea el siguiente movimiento.

Ciertamente, al principio nada se me pasó por la mente. Pero resulta que esos dos frasquitos de esmalte no eran solo vidrio y pigmento. Eran el recuerdo de su concentración, el olor de nuestras noches tranquilas y el símbolo de cómo ella se preparaba para conquistar su mundo, uña por uña.

Bienvenido todos a esta, mi participación de la semana en el TopFiveFamily, si es de tu agrado participar, aún estás a tiempo, este es el enlace Observa⇾Piensa⇉Escribe. Recuerda cumplir las reglas…

^{Portada de la iniciativa.}