We are not gold coins, unfortunately – Initiative to build bonds and awaken feelings / No somos moneditas de oro, por desgracia – Iniciativa Tejer vínculos y despertar sentimientos (eng-esp)

Hello, friends of @holos-lotus.

I think I'm just in time to participate in @finec's columnist-for-a-day initiative, featuring the theme: Building Bonds and Awakening Feelings.
As a child, I always sought affection from everyone. Not because I lacked it, since I had that from aunts and grandparents, but because my parents moved out on their own when I was five, and it wasn't exactly a functional coexistence. Quite the opposite.

Since then, I did begin to need more affection from them, but they were never the most loving people in the world. My mother adores me, but in her own distant way.
So I subconsciously decided that if they didn't give me affection, I would give it to them. Of course, I occasionally received the usual rejection from her, and my father told me that men aren't that affectionate with other men. Honestly, every time I look back, I'm surprised at how well I turned out.
Already in high school, my hormones started to kick in, and I desperately needed a girlfriend. Well, not just because of the hormones, but also so I could feel like I fit in with my group of friends. Unfortunately for me, it wasn't until I was 16 that I had my first girlfriend.

Even back then, I had the fantasy that girlfriends were forever. In every relationship, I always believed that this was the one, that we would get married and live forever. It had to be. They all were, until they weren't.

I never wanted to be alone.

Because of that need to not be alone, to show and receive affection, I tried to create friendships with everyone. the world. I wanted to be friends with everyone, even though I knew deep down they weren't my friends.
I deceived myself this way to avoid accepting the reality: We're not gold coins that everyone wants to like.

The worst thing is that I changed my way of being to fit in with certain people, to make them like me. I became a different me with everyone I wanted to like. I even let myself be manipulated and accepted things that went against my principles so they wouldn't stop liking me.
Luckily, adolescence passes quickly. It's intense, you suffer more than you enjoy, but it passes and you learn.
I learned to value myself and connect with people with My true self after the age of 18, when Mr. Francisco Alfonso Arias (may God rest his soul) took me under his wing and became the closest thing to a father I had in my life up to that point.

It was Fran who taught me to see the value in myself and helped me connect with the truth, with my truth. If someone didn't like it, well, I feel sorry for them. You can't live a lie, Fran told me, and it's the pure truth.

Perhaps that's why I have so few friends and loved ones from my teenage years: I never had a true relationship with them.

Every connection was false.
So, yes, my childhood family environment influenced my need and A way to create these emotional bonds with the people around me. I still feel the need to be liked by everyone, and I try to be that way, because I think it would be ideal. I just don't force it, nor am I bothered by the idea of ​​someone not liking me.
We're not gold coins, unfortunately.

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Versión en español

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Hola, amigos de @holos-lotus.

Creo llegar a tiempo para participar en la iniciativa de @finec como columnista por un día y su tema: Tejer vínculos y despertar sentimientos.
De niño siempre busqué el afecto de todo el mundo. No porque me faltara, ya que tenía el de tías y abuelos, sino porque desde los cinco años mis padres se mudaron solos y no fue precisamente una convivencia funcional. Todo lo contrario.

Desde entonces, sí comencé a necesitar más afecto por parte de ellos, pero nunca fueron las personas más cariñosas del mundo. Mi madre me adora, pero a su manera distante de querer.
Así que decidí, de forma inconsciente que, si no me daban cariños, lo daría yo. Por supuesto, alguna que otra vez recibí el consabido rechazo por parte de ella y mi padre me decía que los hombres no son tan cariñosos con otros hombres.
De veras que cada vez que miro hacia atrás, me sorprendo de lo bien que salí (.
Ya en la secundaria comenzaron a despertar las hormonas y necesitaba una novia con urgencia. Bueno, no solo por las hormonas, también para sentir que encajaba en mi grupo de amistades. Lamentablemente para mí, no fue hasta los 16 años que tuve mi primera novia.

Ya en ese entonces, tenía la fantasía de que las novias eran para siempre. En cada relación siempre creí que esa era la indicada, que nos casaríamos y viviríamos para siempre. Tenía que serlo. Todas lo eran, hasta que dejaban de serlo.
No quería estar solo nunca.
Por esa necesidad de no estar solo, de demostrar y recibir afecto, trataba de crear vínculos de amistad con todo el mundo. Quería ser amigo de todo el mundo, independientemente de que en mi interior supiera que no eran amigos míos.
Me engañaba de ese modo por tal de no aceptar la realidad: No somos moneditas de oro para gustarle a todo el mundo.

Lo peor es que cambiaba mi forma de ser para encajar con determinadas personas, para caerles bien. Me convertía en otro yo con cada quien al que quisiera caerles bien. Incluso, me dejaba manipular y aceptaba cosas que iban en contra de mis principios por tal de no dejar de caerles bien.
Por suerte la adolescencia pasa rápido. Es intensa, se sufre más de lo que se goza, pero pasa y uno aprende.
Aprendí a valorarme y a conectar con las personas con mi verdadero yo después de los 18 años, cuando el señor Francisco Alfonso Arias (que Dios lo tenga en la gloria) me tomó bajo su tutela y se convirtió en lo más cercano que tuve como padre en mi vida hasta ese momento.

Fue Fran quien me enseñó a ver el valor en mí y me ayudó a conectar con la verdad, con mi verdad. Si a alguien no le gustaba, pues lo siento por ellos. No se puede vivir en la mentira, me decía Fran y es la pura verdad.
Quizás por eso tengo tan pocos amigos y personas queridas de mi época de adolescente: es que nunca tuve una relación verdadera con ellos.
Todo vínculo era falso.
Así que, sí, mi entorno familiar de la infancia influyó en mi necesidad y forma de generar estos vínculos afectivos con las personas a mi alrededor. Aún siento la necesidad de ser querido por todos, y trato de serlo, porque creo que sería lo ideal. Solo que no lo fuerzo ni me afecta la idea de no gustarle a alguien.
No somos moneditas de oro, por desgracia.