Keep your sword oiled / Mantén aceitada tu espada (eng-esp)

Hello, friends of @holos-lotus.

Sometimes we tell ourselves we can do anything, and in reality, that's not true. There are times when we simply can't. However, there are also times when we say we can't do something, and that's not true either, since nothing is invincible, nothing is impossible... with the exception of time, of course. That is relentless.

Over time, through the years, I've learned that nothing is invincible on its own. Not even the greatest talent, nor the most ironclad discipline, nor the strongest relationship, nor the strongest body can withstand being permanently exposed to a toxic environment.

A genius who surrounds himself only with mediocre and envious people eventually rusts away. His ability atrophies without stimulation or challenges. An athlete's body that lives amidst alcohol and sleepless nights eventually breaks down.

Even the most robust systems fail under constant corrosive stress. Invincibility is not an inherent quality; it is a state that requires specific conditions to be maintained.

I have found that the environment is stronger than willpower in the long run. You can have the "best sword" (and by sword I mean character, intelligence, money, health, etc.), but if you don't get out of the saltwater, or at least clean and oil it every day, corrosion always wins. Your daily habits, the circle of people you live with, the content you consume on social media, the nature of your work… all of that is like saltwater.

You can be very strong, you can have an iron will, but if you spend 16 hours a day immersed in an environment that wears you down and undermines you, that environment will eventually consume you. Willpower is a finite resource; it can run out. And the environment is constant pressure.

That's why maintenance is part of the strategy. Sun Tzu never talks only about battle; he talks about logistics, supplies, and preserving your resources.

In real life, taking your sword out of the saltwater, drying it, oiling it, and sheathing it is just as important as wielding it with strength.

Actions like sleeping eight hours, exercising your body, reading to nourish your mind, disconnecting from your phone, or saying "no" to toxic relationships are not "pampering" or whims.
That's strategic maintenance of "your sword," the essential care of your mind and body. It's what allows you to keep fighting day after day.

Prolonged neglect is the only certain defeat. You're not usually defeated by a stronger enemy or an insurmountable obstacle; you're defeated by your own laziness, your lack of constant maintenance. Rust doesn't announce itself loudly. There is no grand blow that heralds the end. It advances silently, millimeter by millimeter, day by day, until one day, when the first serious fight arrives, the blade simply splits in two.

Defeat doesn't come at the moment of conflict; it comes long before, in all the days you neglected what kept you strong. In the face of this, time is the only invincible force, because it doesn't stop, it doesn't negotiate, and it doesn't forgive negligence. Its constant passage is what inexorably reveals the cracks we ourselves have ignored.

---

Versión en español

---

Hola, amigos de @holos-lotus.

A veces nos decimos que podemos con todo y, en la realidad, no es cierto. Hay veces que no podemos. Sin embargo, hay veces que decimos que no podemos con algo, y tampoco es cierto, ya que nada es invencible, nada es imposible... con la excepción del tiempo, por supuesto. Ese es implacable.

Con el tiempo, a través de los años, he aprendido que nada es invencible por sí solo. Ni el talento más grande, ni la disciplina más férrea, ni la relación más sólida, ni el cuerpo más fuerte resisten si los dejas expuestos permanentemente a un medio tóxico.

Un genio que se rodea solo de gente mediocre y envidiosa acaba oxidándose. Su capacidad se atrofia sin estímulos ni desafíos. Un cuerpo de atleta que vive entre alcohol y noches sin dormir acaba rompiéndose.
Los sistemas más robustos fallan bajo un estrés corrosivo constante. La invencibilidad no es una cualidad inherente; es un estado que requiere condiciones específicas para mantenerse.

He comprobado que el entorno es más fuerte que la voluntad a largo plazo. Puedes tener la “mejor espada” (y por espada entiéndase carácter, inteligencia, dinero, salud, etc.), pero si no sales del agua salada o al menos la limpias y engrasas cada día, la corrosión gana siempre.
Tus hábitos diarios, el círculo de personas con las que convives, el contenido que consumes en redes sociales, la naturaleza de tu trabajo… todo eso es el agua salada.
Puedes ser muy fuerte, puedes tener una voluntad férrea, pero si pasas 16 horas al día inmerso en un entorno que te desgasta y te mina, ese entorno te acabará comiendo. La voluntad es un recurso finito, se puede terminar; y el entorno es una presión constante.

Por eso, el mantenimiento es parte de la estrategia. Sun Tzu nunca habla solo de la batalla; habla de logística, de intendencia, de preservar tus recursos.

En la vida real, sacar la espada del agua salada, secarla, aceitarla y guardarla en su vaina es tan importante como blandirla con fuerza.
Acciones como dormir ocho horas, entrenar el cuerpo, leer para alimentar la mente, desconectar del móvil, o decir “no” a relaciones tóxicas, no son “mimos” ni caprichos.
Eso es mantenimiento estratégico de “tu espada”, es el cuidado esencial de tu mente y tu cuerpo. Es lo que te permite seguir en la lucha día tras día.

La negligencia prolongada es la única derrota segura. No te vence normalmente un enemigo más fuerte o un obstáculo insuperable; te vence tu propia dejadez, tu falta de mantenimiento constante. La oxidación no avisa con estruendo. No hay un gran golpe que anuncie el fin. Avanza de forma silenciosa, milímetro a milímetro, día a día, hasta que un día, cuando llega la primera pelea seria, la hoja simplemente se parte en dos.

La derrota no llega en el momento del conflicto; llega mucho antes, en todos los días en los que descuidaste lo que te mantenía fuerte. Frente a esto, el tiempo es el único invencible, porque no se detiene, no negocia y no perdona la negligencia. Su paso constante es el que revela, inexorablemente, las grietas que nosotros mismos hemos ignorado.