Free yourself from negative charges - Initiative #10 /Libérate de las cargas negativas - Iniciativa #10 (eng-esp)

Hello, friends of The Green Zone of #hive.
It was difficult for me to write a post on this topic because it's quite painful for me to write. I don't know... every time I looked for an example of an event where I could hold a grudge, or where I held it and then decided it was better to free myself from the heavy, toxic burden this feeling represents, I would remember it again and lose the desire to write.
However, my determination is greater than my feelings 😁 (in this case)

Throughout my life, I've had the opportunity to experience painful situations, injustices, or disappointments caused by third parties.

Situations have hurt me, and, as the Cuban saying goes, "I've kept them inside." This is a euphemism for holding a grudge.
However, over time, I've consciously decided not to hold onto grudges.
Especially because the more I think about them, feel them, and hold them, the grudge grows, swells, reproduces, and rests on my back and shoulders. I carry that weight until I decide to stop feeding it and let it die.

This choice is not out of weakness, but because I've realized that holding onto resentment only hurts me.
Here are five reasons why I choose to let go of grudges and the benefits this has brought me. I could have added more, but I think these five are enough (there are other good posts here that complement them):

Resentment ties me to the past

When I hold a grudge, I allow a person or situation to control my thoughts and emotions. I lose my self-control.

I realize that by holding on to resentment, I am constantly reliving the pain, as if the negative event keeps happening over and over again in my mind.
By letting go, I regain my emotional freedom. The feeling stops controlling me, and I return to the helm.
I choose to focus on the present and what I can build, instead of staying stuck in what I can no longer change.

Resentment affects my emotional and physical health

This reason is vital. I've noticed that when I hold a grudge, my body and mind feel it. Science has shown that stress generated by negative emotions weakens the immune system, increases blood pressure, and can even affect sleep. It unbalances us physically and psychologically.
By forgiving and letting go, I experience a sense of relief, I sleep better, and my mood improves noticeably.

My well-being is more important than any desire for revenge or resentment.
Especially toward people or situations that aren't worth it.

It prevents me from growing and learning

Every painful experience brings with it a lesson. If I remain trapped in anger, I miss the opportunity to reflect on what I can learn from that situation.
Holding on to resentment clouds my ability to understand myself and improve. Instead, by letting go of it, I can clearly analyze what that episode taught me, how it strengthened me, and how I can avoid repeating harmful patterns in the future.

It Damages My Present Relationships

Resentment not only affects my relationship with those who hurt me, but it can also contaminate my interpersonal relationships.

When I'm bitter and angry, I can become cold, cruel, or even unfair to those who have nothing to do with my pain.

By letting go of resentment, I maintain a more open, kinder, and more whole heart. This allows me to build healthier and more meaningful relationships.

Forgiveness makes me stronger

Many believe that forgiveness is synonymous with submission or weakness, when in reality, it's quite the opposite.

Choosing not to hold a grudge requires emotional strength, maturity, and self-control. When I forgive, I don't do it for the other person, but for myself.

I reaffirm that my inner peace is worth more than any offense. This is the common thread that all these points and almost everything I do in my life have in common.

Concluding a bit, for now...

Not holding a grudge doesn't mean ignoring the pain or allowing abuse to continue; it means choosing not to allow that pain to define who I am and what I do.
Life is too short to live carrying toxic emotions. I prefer to invest my energy in what makes me feel good: in growing, in loving, and in living with physical and psychological fulfillment.

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**Versión en español

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Hola, amigos de La Zona Verde de #hive.
Me costó poder realizar una publicación sobre este tema puesto que me resulta bastante doloroso de escribir. No sé... cada vez que buscaba un ejemplo de suceso donde podía guardar rencor o donde lo guardé y luego decidí que era mejor liberarme de esa carga pesada y tóxica que representa este sentimiento, volvía a recordar y se me quitaban las ganas de escribir.
Sin embargo, mi empeño es mayor que el sentimiento 😁 (en este caso)

A lo largo de mi vida, he tenido la oportunidad de experimentar situaciones dolorosas, injusticias o decepciones causadas por terceras personas.

Situaciones que me han dolido y, como se dice a lo cubano, “se las he guardado”. Esto es un eufemismo a guardar rencor.
No obstante, con el tiempo he decidido conscientemente no aferrarme al rencor.
Sobre todo porque, mientras más lo pienso, lo siento y lo guardo, el rencor crece, engorda, se reproduce y se apoya en mi espalda y hombros. Cargo con ese peso hasta que decido dejar de alimentarlo y dejarlo morir.

Esta elección no es por debilidad, sino porque he comprendido que guardar resentimiento solo me lastima a mí mismo.
Aquí les dejos cinco razones por las que elijo liberarme del rencor y los beneficios que esto me ha traído. Pude haber puesto más, pero creo que con estas cinco son suficientes (hay otros buenos post aquí que las complementan):

El rencor me ata al pasado

Cuando guardo rencor, permito que una persona, o situación, controle mis pensamientos y emociones. Pierdo mi autocontrol.
Me doy cuenta de que, al aferrarme al resentimiento, estoy reviviendo constantemente el dolor, como si el hecho negativo siguiera ocurriendo una y otra vez en mi mente.
Al soltarlo, recupero mi libertad emocional.El sentimiento deja de controlarme y vuelvo al timón.
Decido enfocarme en el presente y en lo que puedo construir, en lugar de quedarme estancado en lo que ya no puedo cambiar.

El resentimiento afecta mi salud emocional y física

Esta razón es vital. He notado que cuando albergo rencor, mi cuerpo y mi mente se lo sienten. La ciencia ha demostrado que el estrés generado por emociones negativas, debilita el sistema inmunológico, aumenta la presión arterial y puede incluso afectar el sueño. Nos descompensa física y sicológicamente.
Al perdonar y dejar ir, experimento una sensación de alivio, duermo mejor y mi ánimo mejora notablemente.
Mi bienestar es más importante que cualquier deseo de venganza o resentimiento.
Sobre todo por personas o situaciones que no lo valen.

Me impide crecer y aprender

Cada experiencia dolorosa trae consigo una lección. Si me quedo atrapado en el enojo, pierdo la oportunidad de reflexionar sobre lo que puedo aprender de esa situación.
El rencor nubla mi capacidad de autoconocimiento y mejora. En cambio, al soltarlo, puedo analizar con claridad qué me enseñó ese episodio, cómo me fortaleció y cómo puedo evitar repetir patrones dañinos en el futuro.

Daña mis relaciones presentes

El resentimiento no solo afecta mi relación con quien me lastimó, sino que también puede contaminar mis relaciones interpersonales.
Al estar amargado, enojado, puedo llegar a ser, frío, cruel o incluso, injusto con quienes no tienen nada que ver con mi dolor.
Al liberarme del rencor, mantengo un corazón más abierto, más amable, más yo. Lo que me permite construir relaciones más sanas y significativas.

El perdón me hace más fuerte

Muchos creen que perdonar es sinónimo de sumisión o debilidad, cuando en realidad, es todo lo contrario.

Elegir no guardar rencor requiere fortaleza emocional, madurez y autodominio. Cuando perdono, no lo hago por el otro, sino por mí mismo.

Reafirmo que mi paz interior vale más que cualquier ofensa. Esto es el elemento en común que tienen todos estos puntos y casi todo lo que hago en mi vida.

Concluyendo un tanto, por ahora...

Al no guardar rencor no significa ignorar el dolor o volver a permitir maltratos; sino elegir no permitir que ese dolor defina quién soy y qué hago.
La vida es demasiado corta para vivir cargando emociones tóxicas. Prefiero invertir mi energía en lo que me hace bien: en crecer, en amar y en vivir con plenitud física y sicológica.